Un accidente de tránsito le segó la vida a Ibeth Chiquinquirá Acuña Galué de 18 años, el 27 de enero de 2022. La vida de los padres de la joven zuliana quedó deshecha tras enterarse de la muerte de Ibeth. Ellos estaban en Maracaibo en ese momento junto con sus otros tres hijos.
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La chica apenas llevaba un año en Estados Unidos, adonde había emigrado junto con su hermano, para vivir con su abuelo paterno, su tía y algunos primos. Según las palabras de su padre, Hugo Acuña, ella era la alegría de la familia, se dedicaba a trabajar y a ayudar a toda su familia que esperaban dejar la capital zuliana para reencontrarse en suelo estadounidense.
Acuña junto con el resto de su familia se encontraban rumbo a Estados Unidos cuando recibieron la llamada del doctor para informar que la chica ya había muerto y para proponer la idea de donar los órganos de su hija. Aunque no fue una decisión sencilla, los padres de la joven decidieron seguir adelante con la donación de órganos, porque de cierta manera, sentían que era buena idea dar vida a otras personas con los órganos de su hija.
Gracias a la decisión de los padres de Ibeth, sus órganos sanos pudieron ser utilizados para darle vida a otras seis personas. Un niño de 9 años recibió uno de sus riñones para poder seguir viviendo. El otro riñón y el páncreas le fueron donados a un hombre de 52 años, mientras que el hígado lo recibió un hombre de 38 años. Los pulmones le salvaron la vida a un hombre de 68 años y sus córneas sirvieron para devolverle la visión a una persona con discapacidad visual.
Finalmente, el último órgano de Ibeth que pudo dar vida a otra persona fue su corazón, que terminó en el pecho de un hombre de 56 años, padre de dos hijos.
El reencuentro de la familia de Ibeth con el nuevo dueño de su corazón
Steve, el hombre que recibió el corazón de Ibeth, quería conocer a toda la familia y tener una foto de la joven para recordar que ella le salvó la vida gracias a la noble decisión de su familia. Fue así como se puso en contacto con Hugo Acuña, a quien le escribió una fraternal carta de agradecimiento.
El padre al recibir la carta, no dejó de tener una sensación agridulce. Recordaba con dolor la muerte de su hija, pero al mismo tiempo sentía tranquilidad y orgullo al saber que su hija le estaba dando vida a otras personas más.
Steve contactó a la familia de Ibeth un año después de recibir el trasplante y ahora planea visitar a toda la familia para conocerlos en persona y agradecerles nuevamente por haber tomado la decisión de donar los órganos de su hija.