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El Vaticano inició los preparativos del cónclave, una reunión que congregará a 133 cardenales, provenientes de diferentes rincones del mundo, con la intención de elegir al sucesor del papa Francisco.
En este sentido, Pietro Parolin, de 70 años, suena como uno de los favoritos para ocupar el máximo cargo de la Iglesia católica. Nació en 1955, en Shiavon, un municipio de Vicenza (Italia). Tiene una dilatada trayectoria que comenzó en su infancia cuando se desempeñó como monaguillo en la iglesia de su pueblo, gracias a los valores inculcados por sus padres.
A los 14 años, inició sus estudios en el seminario de Vicenza, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía clásica. Luego, se desplazó a Roma y continuó su formación académica en la carrera de derecho, en la Pontificia Universidad Gregoriana. Asimismo, ingresó a la Academia Pontificia Eclesiástica, especializada en la formación de sacerdotes en la rama diplomática.
Trayectoria diplomática
Uno de sus mayores logros en el área diplomática fue el restablecimiento de las relaciones entre México y la Santa Sede (1992), representando una hazaña histórica, luego de 130 años en conflicto.
En 2002, Juan Pablo II lo nombra como subsecretario de sección para las Relaciones con los Estados, específicamente en la secretaría. En aquella ocasión, se enfocó en el diálogo con Medio Oriente y encabezó una delegación que formó parte de la Comisión Bilateral Permanente entre el Vaticano y el Estado de Israel.
Posteriormente, en 2009 el Papa Benedicto XVI lo designó como Nuncio Apostólico de Venezuela, en tiempos de tensión política entre el país latinoamericano y la Santa Sede. Mientras que, en el año 2013, el papa Francisco lo nombra secretario de Estado, motivo por lo que debió regresar a Roma y en 2014, fue designado cardenal.
Más que un cardenal
Originario de Italia, también domina otros idiomas como: inglés, español y francés. Más allá de ser cardenal, posee pilares inquebrantables, que incluyen la espiritualidad y la oración. Su participación en el Vaticano ha trascendido, pues ha logrado superar desafíos geopolíticos en las últimas dos décadas.
En varias oportunidades, fomentó el diálogo entre Israel y Palestina.
Como secretario de Estado, formó parte de las negociaciones para liberar a 19 sacerdotes secuestrados en Nicaragua.
En el 2014, llegó a Venezuela para ser testigo de diálogo durante el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición.
De igual modo, fue el encargado de emitir el mensaje del papa ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) a lo largo de varios años.
En líneas generales, su rol se caracteriza por las habilidades de mediación y el diálogo, alcanzando grandes cambios políticos y sociales en diversas regiones del mundo. Sin embargo, genera controversia porque sus detractores consideran que tiene poca experiencia pastoral al no haber estado frente a una diócesis, considerándolo como una desventaja.
Aunque muchos dicen que su línea se mantiene entre lo cauteloso y conservador, podría ser una de las figuras más resaltantes durante el cónclave porque posee una visión global de la Iglesia católica, lo que podría redefinir su rumbo para el próximo miércoles 7 de mayo.