En las últimas semanas, la comunidad científica ha centrado su atención en el asteroide 2024 YR4, un objeto cercano a la Tierra que ha incrementado sus probabilidades de impacto para el 22 de diciembre de 2032.
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Este asteroide, descubierto en diciembre de 2024 por el telescopio ATLAS en Chile, tiene un diámetro estimado entre 40 y 90 metros. Aunque las probabilidades actuales de colisión son bajas, aproximadamente un 1,2%, su potencial destructivo ha generado preocupación a nivel global.
Potencial de impacto y áreas en riesgo
Un impacto de 2024 YR4 podría liberar una energía equivalente a ocho megatones de TNT, suficiente para devastar una ciudad entera. Las simulaciones iniciales han identificado posibles zonas de impacto que incluyen el Océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el Océano Atlántico, África, el Mar Arábigo y el sur de Asia. Países como Venezuela, India, Pakistán y Bangladesh se encuentran en áreas de riesgo potencial.
Desde su descubrimiento, las estimaciones de impacto han variado. Inicialmente, se calculó una probabilidad de colisión del 1,2%. Sin embargo, recientes observaciones han ajustado esta cifra a un 1,9%, lo que significa una probabilidad de 1 en 53 de impacto. Este incremento ha llevado a las agencias espaciales a mantener una vigilancia constante sobre la trayectoria del asteroide.
Radio de impacto y consecuencias
En caso de colisión, el área afectada dependería de varios factores, incluyendo el tamaño exacto del asteroide, su velocidad y el ángulo de entrada. Se estima que un asteroide de este tamaño podría devastar aproximadamente 2.000 kilómetros cuadrados, equivalente a una gran área metropolitana.
La energía liberada sería comparable a la de una bomba atómica, causando destrucción masiva en la zona de impacto y afectando áreas circundantes con ondas de choque y calor extremo.
Ante el potencial riesgo, organizaciones internacionales como la ONU, la ESA y la NASA han activado protocolos de defensa planetaria. El asteroide ha sido clasificado en el nivel 3 de la escala de Turín, lo que indica una posibilidad de impacto que merece atención por parte de los astrónomos y del público.
Se espera que futuras observaciones, especialmente con el uso del telescopio James Webb, proporcionen datos más precisos sobre la órbita y características del asteroide, permitiendo evaluar con mayor exactitud el riesgo y, si es necesario, planificar medidas de mitigación.
Aunque la probabilidad de impacto sigue siendo baja, el seguimiento constante y la preparación son esenciales para garantizar la seguridad del planeta ante posibles amenazas espaciales.