En la historia de las Grandes Ligas hay récords que se celebran, otros que se sufren, y unos pocos que simplemente sorprenden por su rareza. Ese es el caso del dominicano César Gerónimo, un jardinero central que jugó principalmente con los Cincinnati Reds y que, más allá de sus logros defensivos, quedó marcado en los libros de historia por una hazaña estadística única y sumamente curiosa.
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El único en ser ponchado en el strikeout número 3.000 de dos leyendas
Gerónimo es el único jugador en toda la historia de las Grandes Ligas en haber sido el ponche número 3.000 de dos miembros del Salón de la Fama: Bob Gibson y Nolan Ryan. Aunque para muchos podría parecer una desdicha, lo cierto es que esta doble coincidencia lo coloca en una categoría exclusiva que combina precisión histórica, longevidad en el juego y un poco de mala suerte en el momento justo.
La primera vez ocurrió el 17 de julio de 1974, en un duelo entre los St. Louis Cardinals y los Cincinnati Reds. Bob Gibson, uno de los lanzadores más temidos de su época, alcanzó los 3.000 ponches al abanicar a Gerónimo, convirtiéndose en el segundo pitcher en la historia de la MLB en lograrlo, luego del legendario Walter Johnson.
Seis años más tarde, el 4 de julio de 1980, Gerónimo volvió a protagonizar la escena. Esta vez fue ante Nolan Ryan, quien vestía el uniforme de los Houston Astros. Ryan, conocido por su recta imponente, necesitaba un ponche más para llegar al mágico número de 3.000, y lo consiguió precisamente ante Gerónimo, que nuevamente fue víctima del momento histórico. Con ese batazo fallido, Ryan se convirtió en el cuarto lanzador en alcanzar la cifra, tras Johnson, Gibson y Gaylord Perry.
Más allá del récord: una carrera respetable
Aunque este dato puede parecer poco halagador, no debe opacar la solidez de la carrera de Gerónimo. Fue parte vital de la legendaria "La Gran Maquinaria Roja" de Cincinnati en los años 70, ganó cuatro Guantes de Oro y participó en dos Juegos de Estrellas, además de conquistar dos Series Mundiales.
Este curioso récord no fue algo que él buscó, pero su rol en esos momentos históricos lo convirtió en parte esencial del legado de dos de los mejores lanzadores que ha visto el béisbol. Y como suelen decir los amantes del deporte: a veces, hasta en las derrotas hay gloria.