La jornada de este domingo en la MLS dejó a Inter Miami no sólo sin puntos, sino también sin excusas: el 3‑0 encajado frente a Orlando City en el Exploria Stadium evidenció otra vez las grietas de un equipo que, bajo la batuta de Javier Mascherano, acumula demasiados golpes en poco tiempo. La goleada eleva a 11 los tantos recibidos en los últimos cuatro compromisos ligueros, una media de 2,75 por partido que retrata la fragilidad defensiva de un proyecto pensado para dominar, no para resistir.
NOTAS RELACIONADAS
¿Debe continuar Mascherano al mando?
Desde que el argentino aterrizó en Fort Lauderdale, el balance de la franquicia rosa en todas las competiciones es de 21 encuentros con 11 victorias, 4 empates y 6 derrotas. A simple vista, la efectividad del 52 % no parece dramática; sin embargo, la fotografía completa revela que Inter Miami marcha apenas sexto en la Conferencia Este con 22 puntos, lejos de las expectativas creadas tras la llegada de estrellas como Lionel Messi o Luis Suárez y la fuerte inversión del pasado invierno.
El revés ante Orlando City llegó apenas dos semanas después del varapalo continental: la eliminación en semifinales de la CONCACAF Champions League a manos de Vancouver Whitecaps con un global de 5‑1. Aquella serie marcó el primer gran “punto de inflexión” negativo de la era Mascherano; la paliza dominical parece haber encendido la segunda alarma seria.
Balance final
Al margen de la brillantez ofensiva, el fútbol se mide por la balanza entre lo que marcas y lo que recibes. Con un promedio defensivo que roza los tres goles encajados por choque en su reciente racha y un baño de realidad como el 3‑0 frente a Orlando City aún fresco, el margen de error para Mascherano se estrecha.
Si el conjunto rosa no transforma pronto su potencial en resultados —y, sobre todo, en solvencia atrás— la pregunta “¿debe salir?” dejará de ser hipotética para convertirse en urgente. La próxima secuencia de visitas actuará como juez definitivo: o el equipo recupera orden y puntos, o la era Mascherano en Inter Miami podría cerrarse tan deprisa como comenzó.