El brillo sobre el diamante muchas veces oculta historias menos relucientes: la excelente temporada de un pelotero dominicano en Grandes Ligas puede convertirse en pesadilla si detrás de ese éxito hay malas decisiones financieras. En los últimos días, nombres como Fernando Tatis Jr., Johan Rojas, Luis Ortiz y Franmil Reyes han estampado titulares por causas nada alentadoras: investigaciones, demandas y negocios que se desmoronan.
NOTAS RELACIONADAS
La vulnerabilidad financiera de los peloteros dominicanos en la MLB
Aunque ganan sueldos millonarios y reciben contratos multimillonarios, varios peloteros dominicanos se enfrentan a una realidad inquietante: que sus memorables cifras no reflejan una situación económica estable, sino el resultado de malas decisiones financieras, falta de educación en inversiones y la presencia de agentes con intenciones cuestionables.
1. Luis Ortiz: bajo la lupa por supuestas apuestas
El lanzador de los Guardians de Cleveland ahora está siendo investigado por MLB debido a su presunta participación en apuestas relacionadas con juegos recientes. Supuestamente habría realizado apuestas sobre resultados específicos en sus lanzamientos durante el primer y el tercer inning en dos partidos distintos.
Aunque MLB aún no ha impuesto sanciones, el jugador arriesga desde una suspensión hasta una expulsión permanente de las Grandes Ligas. Este caso expone el dilema de jugadores jóvenes que, atraídos por dinero rápido, cruzan líneas que adulteran la integridad del deporte.
2. Johan Rojas: demanda a su exagente por estafa
El jardinero dominicano de los Phillies presentó una demanda contra su exrepresentante, Yasser Méndez, al que acusa de haberlo persuadido de tomar préstamos por $ 875,000 dólares e invertir $ 450,000 dólares en una academia de béisbol propiedad del agente.
Según Rojas, el acuerdo no solo falló, sino que lo dejó sin liquidez para cumplir con sus obligaciones fiscales, ya que el préstamo y la supuesta ayuda tributaria resultaron ser una trampa. Este tipo de casos refleja un patrón: peloteros confiando en figuras sin experiencia o ética financiera.
3. Fernando Tatis Jr.: intereses abusivos y contratos polémicos
El caso más mediático es el de Fernando Tatis Jr., figura estelar de los Padres de San Diego. Tatis demandó a Big League Advance (BLA) por haber firmado, mientras estaba en las divisiones menores, por anticipos de US$ 2 millones a cambio del 10 % de sus ingresos futuros.
El jugador alega que BLA ocultó que no estaba debidamente licenciado y que sus condiciones violaban las leyes de protección al consumidor de California, con “intereses y condiciones desproporcionadas”. Firmó un monstruoso contrato de 340 millones por 14 años en febrero de 2021, pero ahora cuestiona las cláusulas firmadas en el pasado.
4. Franmil Reyes: enredado en incumplimiento contractual
El pelotero que juega en la liga profesional de Japón enfrenta una demanda de la misma BLA, que sostiene que Reyes debe US$ 404,909 en pagos pendientes más US$ 298,749 en intereses. Asimismo, se alega que debe una parte de sus ingresos obtenidos en Japón, aunque esa cifra aún no ha sido determinada. Este ejemplo evidencia cómo acuerdos antiguos pueden perseguir a los jugadores incluso después de cambiar de liga.
Estos casos no son incidentes aislados de jugadores de la República Dominicana. Más bien ilustran tendencias más amplias en la MLB: jóvenes peloteros atraídos por el éxito sin contar con asesoría de calidad, expuestos a agentes inescrupulosos y a esquemas financieros opacos. Aunque entran con millones a sus cuentas, muchos enfrentan demandas, investigaciones y la posibilidad real de que su carrera se vea ensombrecida por problemas externos al juego.
Las soluciones pasan, en primer lugar, por una mejor educación financiera desde las academias dominicanas. MLB, clubes y federaciones deben reforzar programas para que los atletas comprendan contratos, impuestos, inversiones y riesgos. Además, los organismos deportivos deben endurecer la regulación: revisar los acuerdos de adelantos y anticipos, exigir licencias a intermediarios, y consolidar vigilancia ante apuestas y conflictos de interés.