Samuel Aldrey / @Samuel Aldrey
“Faltó el gol”. Así resumió Zinedine Zidane el partido contra la Real Sociedad. El Madrid desde la temporada pasada se ha mostrado pulcro, dotado con el balón en sus pies, pero estéril y abocado a lo que pueda hacer Benzema de cara a portería. Los remates se multiplican, pero los goles se reducen.
La novedad de este Madrid es Martín Odegaard y Zidane la puso en el campo. Esto afecta un poco a la colocación del Madrid: Kroos y Modric como doble pivote y él por delante, de mediapunta, forzando a Benzema a ser más nueve. En Odegaard intersectaban dos conjuntos: el mediocampo rubio (con Kroos, Modric) y la mediapunta joven junto a los brasileños Vinicius y Rodrygo.
La máquina en el mediocampo sigue aceitada y con buen fútbol, pero a medida que iban pasando los minutos ante la Real Sociedad volvió a verse el Madrid, para lo bueno y para lo malo, campeón de liga: dominio del campo, solidaridad táctica y colectiva, control de la pelota de una posesión útil al ataque como en defensa, pero sin contundencia arriba.
La fría realidad de los números establece que tras la figura de Karim Benzema, el Madrid carece de una segunda presencia goleadora. Tras el francés, 27 goles entre LaLiga y Champions (38.5% de los goles del equipo), Sergio Ramos con 13, ocupa el segundo escalón de un podio que completa Rodrygo con siete goles.
La llegada de Mariano en 2018 por 21,5 millones, y de Luka Jovic el pasado agosto (60) para reforzar el ataque del Madrid, supusieron la incorporación de una competencia, por perfil deportivo, directa con Benzema por el puesto del nueve. Sin embargo, el primero no contabilizó ni 90 minutos de juego en la temporada (marcó un gol) y el serbio llegó a los 27 partidos con 806 minutos y solo dos goles.
Además, Hazard la mayor apuesta económica en la última década (100 millones) se resume en una temporada accidentada con un solo gol en 1545 minutos, mientras que Rodrygo, con siete tantos, sextuplica el botín del belga en 1428 minutos.
El Madrid inicia con buen juego, pero sin pólvora arriba y Zidane busca quién haga lo que hace falta: el gol.