En el palco corría una máxima como la pólvora tras la debacle: la alineación que presentó Rafa Benítez era para dar gusto al presidente/directivos. El técnico advirtió de jugar sin James, con Casemiro, dotar de músculo en el medio campo para evitar lo que pasó: fue desacreditado. La voluntad de las alturas se imponía en el el once al ataque frente al Barcelona. Un equipo que no aguantó el tipo perdido en una táctica impuesta que no se nadie: ni el banquillo, ni el césped.