Luego de un vergonzoso segundo lugar en las asambleas parlamentarias republicanas de Iowa, celebradas la semana pasada, Ron DeSantis, el principal contrincante de Donald Trump, decidió dimitir de su candidatura y dirigir su respaldo al expresidente y actual candidato, Donald Trump.
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El anuncio lo hizo a través de su cuenta en la red social X (antes Twitter), por medio de un video en el que aseguró que “si pudiera hacer algo para producir un resultado favorable, más actos de campaña, más entrevistas, lo haría, pero no puedo pedir a nuestros partidarios que ofrezcan voluntariamente su tiempo y donen sus recursos si no tenemos un camino claro a la victoria”. Justo después de estas palabras, culminó diciendo que, por esa razón, suspendía su campaña.
Tras retirarse, ofreció su apoyo al candidato Donald Trump, quien ya estuvo al frente de la Casa Blanca justo antes de Joe Biden. “Aunque he tenido desacuerdos con Donald Trump, por ejemplo, sobre la pandemia del coronavirus y su nombramiento de Anthony Fauci, Trump es superior al actual titular, Joe Biden. Eso está claro”, aseveró.
Argumentó además que decidió dar su apoyo al candidato republicano porque “no podemos volver a la vieja guardia republicana de antaño ni a la forma reenvasada de corporativismo acalorado que representa Nikki Haley”.
Algunos allegados a DeSantis, incluidos ciertos benefactores de su campaña, dieron declaraciones a la prensa, entre las que informaron que ya no tenían los recursos monetarios suficientes para hacerle frente a la campaña.
Con el retiro de DeSantis, queda la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, como la única alternativa a Trump en el bando republicano, aunque sin mucho tiempo para consolidar un apoyo formidable y alcanzar al favorito que, evidentemente, es Donald Trump.