Samuel Aldrey | @SamuelAldrey
Una final para valientes y de clubes que no son ajenos a los milagros. Dos colosos de la realeza del fútbol se cruzan hoy en la ciudad de la luz, París, en un duelo con un gancho de fábula. El relato histórico del Real Madrid —trece brindis— y el Liverpool —seis— es abrumador: para los blancos, su decimoséptima final de la Copa de Europa, casi el triple que las jugadas por los 'Reds'. Dos clubes que no sufren de tembleques llegado el momento de la presión.
Los madridistas solo se han quedado en la zanja en tres finales, y todas en la prehistoria a la Champions League —contra el Benfica (1962), el Inter (1964) y el Liverpool (1981)—.
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La entidad del Merseyside solo se desvaneció en la trágica y aborrecible cita de Heysel, cuando el vandalismo inglés causó 39 muertos en un duelo con la Juventus (1985), contra el Milan (2007) y contra el propio Real Madrid, en Kiev 2018.
Pese al abolengo de uno y otro, el presente pinta para cualquiera, con un Madrid de nuevo hechizado por la Champions League, su patio particular desde los tiempos embrionarios del torneo. Un Real ya de época, con tres títulos en cuatro años y en un torneo donde ha escrito su propia epopeya a base de remontadas que pasaran al recuerdo del madridismo.
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Jürgen Klopp, técnico de los de Anfield, no dudó ayer en admitir el mayor relieve actual de su oponente: “La historia del Madrid no se puede comprar. Quizá de diez partidos nos ganarían nueve, pero somos el Liverpool, también tenemos un ADN ganador”.
Como muestra de ellos es que ocho de los jugadores del Liverpool repetirán en el once que se jugó en Kiev y el Madrid contará con 13 jugadores que saben lo que es jugar una final contra el equipo de Klopp.
El Liverpool se aferra a su ataque. Con 30 goles, el segundo ataque más demoledor de esta edición de la Copa de Europa -un gol por detrás del Bayern Munich (31)-. Mané y Firmino han sellado cinco goles cada uno, por ocho de Salah. Fútbol puro.
El Liverpool es el segundo equipo más goleador de la Champions League / Datafactory
Los puñales de Klopp que se activan a toda mecha cuando sus abnegados centrocampistas se esmeran con el pico y la pala. Henderson, Fabinho y Thiago (confirmados por el propio Klopp después de las dudas) sudan como regaderas para suplir a los tres volantes con más talento.
Sin contar con la irrupción de Luiz Díaz, desde enero. Un jugador que le ha aportado a Klopp un oxígeno más en su ataque y un depredador más para el robo en la salida con su gegenpressing.
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Lo preocupante para el Liverpool ha sido su defensa, Klopp tiene los andamios un poco flojos. Con Van Dijk, el defensa más caro de la historia (85 millones de euros), el técnico alemán ha apuntalado algo el quebradizo andamiaje defensivo.
Konaté, que se había mostrado una fortaleza, deja dudas en sus últimos partidos de Premier League, pero Alexander Arnold y Robertson serán dos torpedos de difícil contención para el madridismo y el principal dolor de cabeza de Ancelotti.
En su propia área, los hombres de Klopp a menudo juegan sin red, en tanga y con Alisson siendo el guardián final, un arquero que no quiere repetir lo de Karius en el 2018, ante un Madrid que tiene a Karim Benzema en pleno apogeo.
Etiqueta blanca, Karim Benzema en su cumbre.
Comparativa entre Karim Benzema y Mohamed Salah / Datafactory
El Madrid en cambio llega a París con su cosecha bien añeja, en su esplendor. El Liverpool combatirá golpe a golpe, consciente de que su suerte dependerá mucho más de su colmillo en área rival que en campo propio. El Madrid tiene recursos más que suficientes para la réplica.
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Al retumbe de los tambores, Karim Benzema, máximo goleador de la competición (15 goles) y a un peldaño de igualar a Di Stéfano, Maldini y Cristiano Ronaldo con cinco Champions League.
Karim ha sido el terror del PSG, la pesadilla del Chelsea y la mismísima muerte del Manchester City en semifinales, pero a Benzema no le faltarán aliados en la final para influir terror.
Su escolta predilecto, Vinicius Jr. es un azote desde la banda con su infinita variedad de regates que incluso llegan hasta las prórrogas como si no hubiera jugado 90 minutos previos.
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Detrás de ellos dos, la veteranía y la magia en el mediocampo. La frialdad de Toni Kroos junto a la magia de Luka Modric protegidos ambos por la barredora de Casemiro hacen que el mediocampo del Madrid sea un campo minado: cualquier error se paga caro con salidas de balón veloces hacia Vinicius que irrumpe en el área en menos de 5 segundos.
Donde más flaquea el Madrid ha sido en sus laterales, especialmente Carvajal. El español se vio rebasado ante Mbappé, Mount y Foden. En la final deberá enfrentarse a Luis Díaz, un extremo que por ahora no han podido contener en la Premier League.
Lo que sí tendrá el Madrid es la seguridad de Courtois, el mejor portero de esta Champions League. Un guardián silencioso que ha tapado todo lo que le han tirado en esta competición: 77.4% de los disparos han sido detenidos.
Ancelotti se ha mostrado sereno previo a la Gran Cita: "Hasta la final no llegas con suerte", finiquitó el técnico italiano en rueda de prensa.
París es la última estación para el tren madridista, un viaje que empezó con aquella remontada al PSG de la silla de Alaba, continúa con la resurrección en Stamford Bridge y el Rodrygazo ante el Manchester City.
Carlo Ancelotti tendrá su quinta final de Champions, en el Madrid de los milagros europeos que buscará el último, este sábado, cuanto más vale ante un Liverpool que se declara ateo y busca con Klopp su segunda orejona.
El cielo de París espera celebrar la decimocuarta copa del Madrid o la séptima del Liverpool.
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