La semifinal del Sudamericano Sub-17 entre Colombia y Venezuela, celebrada en el estadio Jaime Morón León de Cartagena, acabó en una contundente victoria para los colombianos con un marcador de 5-1. Sin embargo, la alegría por el triunfo se vio opacada por incidentes violentos que estallaron al finalizar el encuentro, planteando serias interrogantes sobre las posibles sanciones para ambos equipos.
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Caos Post-Partido
Tan pronto como el árbitro peruano, Jordi Espinosa, pitó el final del partido, el ambiente festivo se tornó en caos. Un miembro del cuerpo técnico colombiano provocó el primer altercado al acercarse al árbitro para expresar su desacuerdo con algunas decisiones. La reacción inmediata fue una tarjeta roja que encendió aún más la tensión.
Como se puede ver en diversos videos que circulan por redes sociales, la reacción de la selección venezolana fue rápida y apasionada. Los jugadores de la Vinotinto rodearon al árbitro, exigiendo explicaciones, lo que llevó a una lluvia de tarjetas amarillas y una escalada de empujones y gritos entre ambas delegaciones.
Seguidamente, cuando los jugadores estaban felicitándose entre ellos, un miembro del cuerpo técnico de Colombia empujó a un jugador venezolano, lo que desató una pelea entre ambas delegaciones.
Minutos después, la trifulca se extendió a los túneles del estadio. Mientras los jugadores intentaban salir hacia los vestuarios, se dieron varios enfrentamientos adicionales, incluyendo un momento en que el entrenador de la selección venezolana, Oswaldo Vizcarrondo, estuvo a punto de llegar a los golpes con un miembro del equipo colombiano.
Reacciones de las autoridades y posibles sanciones
La escena fue impactante tanto para los jugadores como para los aficionados que presenciaron el partido. En las gradas del Jaime Morón, los espectadores, atónitos, vieron cómo lo que debería haber sido una celebración del fútbol juvenil se convertía en un espectáculo de agresión. Las tensiones y el clima hostil dejaron a muchos preocupados no solo por los jugadores involucrados, sino también por el impacto que estos incidentes pueden tener en el desarrollo de los jóvenes futbolistas.
Hasta el momento, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) no se ha pronunciado sobre el asunto. Sin embargo, es previsible que se abran investigaciones sobre los incidentes.
Dado que se trata de menores de edad, también podría intervenir la justicia colombiana, alertando sobre las implicaciones legales de la violencia en el deporte joven. En este contexto, la posibilidad de sanciones para ambas selecciones es algo que no puede ser ignorado.
Según los reglamentos de Conmebol, los incidentes de indisciplina y violencia pueden acarrear penas que van desde multas económicas hasta la prohibición de participar en futuros torneos. Las decisiones tomadas en las próximas horas serán cruciales para sentar un precedente sobre el comportamiento deportivo en competiciones juveniles. Inclusive en redes sociales se habla de sanciones que irían desde multas económicas para las federaciones como de suspensión de la disputa de partidos para aquellos involucrados en el incidente.
El desenlace de este conflicto será observado de cerca, no sólo por los implicados sino también por todos aquellos que abogan por el desarrollo y la integridad del fútbol infantil y juvenil en América del Sur.