Por William Guzmán P
La familia real no para de recibir golpe tras golpes en estos últimos años. Además del escándalo de Megan Markle, la muerte del duque de Edimburgo, la acusación de abuso sexual del príncipe Andrés, ahora se enfrenta al delicado estado de salud de la reina Isabel II, cuyo alarmante deterioro físico ha encendido, nuevamente, las alarmas en la monarquía británica.
Efectivamente, la salud de la reina está ante los ojos del mundo entero. Y es que su debilidad se ha hecho más evidente a pesar de los esfuerzos por mantenerse activa y alejada del ojo público. Sin duda, ya no es la misma. “Ya casi no puedo moverme”, habría declarado la longeva dama, según asegura el diario The Su non Sunday.
La soberana ha venido experimentando problemas de movilidad crecientes durante los últimos meses, que la han obligado a utilizar un bastón en sus apariciones públicas recientes. Ciertos rumores señalan que mandó a instalar un ascensor en Craigowan Lodge, una casa de piedra que se encuentra a corta distancia del castillo de Balmoral y donde planea pasar cada vez más tiempo pues su deterioro físico es obvio.
El próximo compromiso oficial de la reina Isabel II está fijado para la semana entrante, cuando se celebrará un servicio conmemorativo en honor a su fallecido esposo, el príncipe Felipe, el cual se llevará a cabo en la Abadía de Westminster. Una información que se filtró a los medios asegura que se están estudiando distintas medidas para que ella, a pesar de su evidente debilidad, pueda realizar su entrada de una forma que no le avergüence y con la energía que siempre la ha caracterizado.
Se cree que la longeva dama de 95 años de edad, podría trasladarse en helicóptero desde el castillo de Windsor hasta el palacio de Buckingham a fin de evitar un viaje más largo por carretera y desplazarse más tarde en carro rumbo a la Abadía. Una vez allí, en lugar de utilizar la puerta Great West, el vehículo aparcaría en la entrada menos visible de Dean’s Yard para que pueda entrar al edificio por el Rincón de los Poetas, que presenta solo un corto paseo hasta llegar a su asiento en el Santuario.
Así mismo trascendió que los funcionarios están considerando utilizar pantallas opacas para proteger a la reina Isabel II de las miradas curiosas y las cámaras de televisión. El periódico The Sun on Sunday también señala que ella podría romper con la tradición llegando a la Abadía antes que el resto de los invitados, en lugar de ser la última en hacer su entrada. La posibilidad de que utilice una silla de ruedas aún no se ha descartado, pero sería la última opción.
Se espera que todos los miembros de la familia real, de alto rango, estén en el servicio del próximo 29 de marzo. Por supuesto que el príncipe Harry y su esposa Megan Markle, duquesa de Sussex, brillarán por su ausencia en el anunciado acto para el cual han sido convocados numerosos representantes de otras monarquías europeas.