Aunque desde el aspecto ofensivo José Altuve está consolidado entre los mejores segunda base de Grandes Ligas, en funciones defensivas algunas estadísticas señalan un desempeño negativo para el estelar jugador que debutó en 2011.
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Solo el año pasado, el “Pequeño Gigante” dejó saldo de -13 en promedio de carreras defensivas salvadas (DRS por sus siglas en inglés), y esa es una de las razones por la que en Astros de Houston han decidido moverlo de posición; a partir de la próxima temporada estará como jardinero izquierdo, por lo que muchos comentarios se han generado al respecto.
Para algunos dejar de ser camarero podría afectar su futura postulación al Salón de la Fama, cierto que en este punto tiene argumentos excelentes, pero se estima es prudente ampliarlos, ascender más entre los intermedistas vitalicios para hacer más fuerte su opción de inmortalidad.
Para otros pasar a ser leftfield generaría dificultades innecesarias para “Astroboy”, pues se piensa este no se sentiría plenamente cómodo en esas funciones; todo el contexto es una especie de Déjà vu para la organización sideral. En 2003 abordaron la misma acción con Craig Biggio, hoy miembro de Cooperstown.
El legendario dorsal 7 arribó como receptor a las Mayores, en esa posición estuvo en 427 juegos, para luego ser el segunda base de todos los días; cuando en el citado torneo se dio su transición al jardín central, él tenía 37 años y como camarero acumulaba 1602 compromisos, aunque como outfielder había estado en 64. Es decir, comprende el contexto en que ahora está el nativo de Venezuela.
“Él estará bien. Es un atleta tremendo y tendrá suficiente tiempo en los entrenamientos primaverales para adaptarse y lograrlo”, dijo el exjugador en declaraciones tomadas del portal mlb.com.
MLB – José Altuve – Astros de Houston – Craig Biggio – Grandes Ligas
Junto a la gran confianza que expresó Biggio sobre Altuve, que este año cumplirá 35, también añadió explicaciones y recomendaciones sobre las diferencias de preparación física que acarrean el cambio del infield hacia el outfield:
“Es un entrenamiento totalmente distinto para el cuerpo. Cuando juegas en el cuadro, los movimientos son cortos y explosivos. En los jardines, en cambio, hay más carreras de larga distancia. En el infield puedes dar cinco, seis o siete pasos en un sprint corto, mientras que en los jardines puedes dar 30 o 40 pasos. Fue una rutina de carrera completamente distinta para mí” precisó.
“El programa de lanzamientos también fue totalmente diferente, porque el movimiento del brazo cambia entre el infield y los jardines, o incluso si juegas como receptor”, agregó. “Desde la receptoría o la segunda base, los tiros son más cortos y compactos. Pero en los jardines, el lanzamiento es más largo, y eso fue extraño para mí”, puntualizó.
Por otra parte, uno de los factores de influencia son las características de la pradera izquierda en el Minute Maid Park, con 315 pies es una de las más cortas de toda la MLB, además de que en su pared la bola rebota de modo contundente:
“Era un reto completamente diferente, Hice algunas atrapadas realmente buenas en el jardín izquierdo y también hice jugadas que te harían rascar la cabeza. Es un desafío distinto. En el jardín central, la pelota viene hacia ti de manera más predecible, mientras que en el izquierdo no. Aunque las posiciones están una al lado de la otra, la forma en que la pelota llega a ti es muy diferente. Aprendí mucho cuando me moví al jardín izquierdo, eso seguro”, concluyó.