Puede que hubiera 30 personas dentro del Kauffman Stadium el martes, incluyendo un par de trabajadores que estaban ocupados limpiando los asientos con mangueras horas antes del partido, pero todos se giraban de vez en cuando para ver dónde caía la pelota cuando oían el chasquido del bate.
Dentro de la jaula, con la gorra hacia atrás a lo Ken Griffey Jr. y con un swing zurdo casi igual de dulce, era lo más caliente que se había visto en el beisbol en bastante tiempo. Elly De La Cruz aporreó las cuerdas en los enormes callejones del estadio y lanzó disparos que se agitaron en los asientos del outfield o salpicaron las fuentes del estadio.
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Una hora más tarde, el dominicano se dirigió por fin hacia el banquillo visitante con algunos de sus compañeros en Rojos de Cincinnati. Eran las 2:58 p.m, todavía faltaban más de 4 horas para el primer lanzamiento.
Rara vez un jugador considerado como el mejor prospecto de la pelota supera las expectativas desde el primer día. Pero aún más raro es un talento como el suyo, el jugador de cuadro de 21 años cuya primera semana en las Mayores fue legendaria.
En su debut, De La Cruz aniquiló una bola rápida de 92 millas por hora de Noah Syndergaard, la pelota aterrizó a 458 pies de distancia y a una fila de salir por completo del Great American Ball Park. Durante otro turno, el fenómeno de 6 pies y 5 pulgadas (1.96 metros) fue de home a tercera en un triple más rápido que nadie esta temporada. En el campo, consiguió un out lanzando la bola a 96.6 mph a la primera base.
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De La Cruz es el segundo jugador desde al menos 1900 que consigue un sencillo, un doble, un triple, un jonrón y una base robada en sus tres primeros partidos, según Elias Sports Bureau. El otro fue Bill Burton, de los Bravos de Milwaukee, en 1953.
"Sí", reconoció el manager de los Rojos, David Bell, "hay cosas que ha hecho en el campo que son extremadamente impresionantes. De eso no hay duda. Lo divertido ha sido que mucho de lo que ha sido capaz de hacer hasta ahora nos ha ayudado a ser capaces de ganar”, añadió en declaraciones tomadas del Chicago Tribune.
Eso es algo que no ha ocurrido últimamente en Cincinnati. La Gran Máquina Roja se oxidó hace décadas, y aunque ha habido momentos de alegría inesperada ( aquel título de la Serie Mundial de 1990 acompañado de temporadas perdedoras) la angustia ha sido la norma.
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Los Rojos perdieron 100 partidos la temporada pasada, la mayor cantidad desde 1982 y han tenido récords perdedores en 7 de las últimas 8 campañas completas; su único viaje a los playoffs durante ese período se produjo en 2020, cuando tuvieron marca de 31-29 y fueron barridos en la ronda de comodines por los Bravos de Atlanta.
Han surgido talentos a lo largo de los años que han tenido a Cincinnati zumbando, Joey Votto y Johnny Cueto están entre los que resultaron. Otros tantos nunca estuvieron a la altura de las expectativas, como Brandon Larson, Christopher Gruler y Ryan Wagner.
Tal vez esa delgada línea entre el éxito y el fracaso es la razón por la que De La Cruz estaba de vuelta en el estadio tan temprano el martes.
En el partido inaugural de la serie contra los Reales de Kansas City, había bateado de 5-0, se había ponchado 2 veces, parecía perdido y confuso, pero ya estaba recuperando la confianza en sí mismo. Con las gafas de sol en lo alto de su gorra, pero sin mover nunca la cabeza, bateaba continuamente bolas a todas partes del campo mientras un puñado de compañeros de equipo le observaban.
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"Definitivamente hay un ajuste. Hay una transición", dijo Bell. "Quiere asegurarse de que está haciendo lo correcto. Todo esto es muy nuevo. Una vez más, sigo volviendo a la facilidad de la transición. Mucho de eso tiene que ver con lo bien que fue preparado por la gente a través de nuestra organización y sólo en general, no tener miedo de hacer preguntas."
De La Cruz ha estado con los Rojos desde 2018, cuando firmó como agente libre internacional a los 16 años. Hizo su debut profesional al año siguiente en la Liga Dominicana de Verano, pero no jugó en absoluto en 2020 cuando la temporada de Ligas Menores fue cancelada por la pandemia. Todavía jugaba pelota de novatos hace 2 años antes de graduarse finalmente al nivel de Clase A.
En ese momento, sin embargo, su habilidad se había hecho evidente.
El año pasado, estuvo entre el Dayton Clase-A y el Chattanooga Doble-A, donde impresionó lo suficiente como para representar a los escarlatas en Juego de Estrellas del Futuro. Cuando llegó el otoño, el club lo incluyó en su róster de 40 jugadores para protegerlo del draft de la Regla 5 y luego lo volvió a ver impresionar en los entrenamientos de primaveram antes de enviarlo al Louisville Triple-A.
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Allí bateó .298 con 12 jonrones, 36 carreras impulsadas y 11 bases robadas antes de que una lesión de Nick Senzel le abriera un puesto en el equipo grande.
"Muchos dominicanos se me han acercado, me han felicitado y me han dicho que siga adelante. 'Esto es sólo el comienzo'", dijo De La Cruz, cuya numerosa familia de 5 hermanos y 3 hermanas ha seguido su trayectoria en la nación quisqueyana.
Ketel Marte de los D-backs, y Oneil Cruz de los Piratas, son algunos de los que le han tendido la mano.
"Ambos me felicitaron y me dijeron que siguiera adelante", dijo.
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A diferencia de tantos prospectos de los Rojos a lo largo de los años, que han tenido grandes expectativas puestas enteramente sobre sus hombros, De La Cruz no tiene que hacerlo solo. Matt McLain está entre los 5 primeros en la votación para el Juego de Estrellas, su compañero Spencer Steer juega regularmente y otro novato, Andrew Abbott, ha irrumpido en la rotación titular.
Forman un núcleo joven que es divertido de ver. Es versátil, dinámico y augura grandes cosas para el futuro.
"¿Qué puedo decir? Sólo estoy aquí intentando dar a mi equipo la oportunidad de ganar y dar lo mejor de mí ahí fuera", dijo.
Fuente: Chicago Tribune