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¿Cuál es el origen del Adviento?
El término de Adviento proviene de “adventus”, una palabra latina que significa “llegada”. Sus orígenes se remontan al siglo V d.C., cuando se consolidó la religión católica y las tradiciones que envuelven a la Nochebuena.
En general, el tiempo de Adviento incluye los cuatro domingos previos a la festividad de la Navidad. Es un momento oportuno para la oración diaria, el arrepentimiento por las faltas cometidas y para llenarse de alegría por la venida del Mesías al mundo.
¿Cuáles son las principales tradiciones del Adviento?
En este tiempo, los cristianos suelen adoptar una serie de tradiciones que elevan la esperanza y la fe durante la espera.
Una de las más importantes es la denominada “Corona de Adviento”, suele decorar a los hogares y está compuesta por ramas de pino o abeto. Además, se le incorporan cuatros velas (una por cada domingo), las cuales representan varias virtudes: el amor, la paz, la tolerancia y la fe. Es importante mencionar que tres velas suelen ser de color morado y una rosada, simbolizando la iluminación del mundo gracias a la llegada de Cristo.
Igualmente, el calendario de Adviento se remonta al siglo XIX, cuando los alemanes empezaron a apoyar a los niños a enumerar los días restantes para la Navidad; algunos marcaban con tiza las puertas de sus hogares y otros, agregaban aperitivos y versículos de la Biblia. En el año 1908, el impresor alemán Gerhard Lang desarrolló el primer calendario de Adviento en físico. Gracias a su excelente receptividad, los creyentes adoptaron la tradición y estuvo a punto de desaparecer durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hoy en día los feligreses lo mantienen como parte de las costumbres más populares del tiempo de preparación.
La novena de Adviento se lleva a cabo desde el 16 de diciembre hasta Nochebuena, reuniendo a los adultos y pequeños en una oración especial que expresa:
Bendita y alabada sea la hora y el momento
en que el Hijo de Dios nació
de María la Virgen Purísima,
a medianoche, en Belén,
en el frío penetrante.
En esa hora, dígnate, ¡Oh Dios mío!
escuchar mi plegaria y conceder mis deseos
(mencionar la intención),
por los méritos de Nuestro Salvador Jesucristo,
y por su bendita Madre. Amén.