Este 7 de mayo de 2025, el mundo católico vuelve su mirada al Vaticano con el inicio del cónclave que elegirá al nuevo Papa. El evento, cargado de solemnidad, historia y simbolismo, se lleva a cabo en la emblemática Capilla Sixtina, un espacio que no solo destaca por su belleza artística, sino por ser testigo de uno de los procesos más reservados y trascendentales de la Iglesia católica.
Seguridad máxima y desconexión total
La logística del Vaticano es impecable. Un equipo de 60 empleados ha trabajado en la adecuación de la Capilla Sixtina para convertirla en una sala de votación. Se instalan mesas, sillas y tecnología especializada que bloquea cualquier tipo de señal de internet, garantizando el aislamiento total del recinto. Además, se activan sistemas anti drones y bloqueadores de señal para impedir cualquier intento de espionaje o filtración.
Los 133 cardenales con derecho a voto entregan hoy sus celulares, tablets, relojes inteligentes y cualquier otro dispositivo electrónico antes de ocupar sus habitaciones. La discreción es absoluta. Incluso los enfermeros, ascensoristas y personal autorizado a moverse por las áreas selladas hacen juramento de confidencialidad horas antes del inicio del cónclave.
Aislamiento físico y visual
Para garantizar que no haya contacto visual ni auditivo con el exterior, las ventanas de la residencia Santa Marta que superan los muros vaticanos han sido tapiadas. Además, ante el elevado número de participantes, se han acondicionado habitaciones adicionales en la antigua casa Santa Marta y en el Colegio Teutónico.
Un dato curioso es que el cardenal bosnio Vilko Puljić, debido a su delicado estado de salud, emite su voto desde su habitación en Santa Marta, siguiendo un protocolo especial aprobado por el Vaticano.
Diversidad en el colegio de cardenales
Este cónclave destaca como el más multicultural de la historia. Participan 133 cardenales electores de 71 países: 53 son de Europa, 23 de Asia, 18 de África, 68 de América (16 de Norteamérica, 4 de Centroamérica y 17 de Sudamérica), y 4 de Oceanía.
Italia lidera con 17 electores, seguida por Estados Unidos (10), Brasil (7), España y Francia (5 cada uno), e India, Argentina, Canadá, Portugal y Polonia con 4 cardenales cada uno. Esta diversidad refleja la universalidad de la Iglesia y el crecimiento de su representación en regiones como América Latina, Asia y África.
Brevedad esperada, tradición milenaria
Aunque el cónclave es un proceso cargado de simbolismo, la expectativa entre los cardenales es que sea breve. Y es que, históricamente, la duración promedio en los siglos XX y XXI ha sido de tres días. Pío XII y Benedicto XVI fueron elegidos en tan solo dos días, mientras que Juan Pablo II requirió cuatro jornadas y Pío XI, cinco.
Pero no todo ha sido rápido en la historia. El cónclave más largo registrado ocurrió tras la muerte del Papa Clemente IV. Entre 1268 y 1271, los cardenales tardaron tres años en llegar a un acuerdo en Viterbo. La desesperación llevó a las autoridades civiles a sellar el edificio, reducir la comida a pan y agua, e incluso quitar el techo para acelerar la decisión. Finalmente, fue elegido Gregorio X, quien en el Concilio de Lyon de 1274 estableció las primeras normas formales del cónclave que aún rigen este proceso.
El traje papal espera
Otro detalle significativo: el sastre del Vaticano, Raniero Mancinelli, ha confeccionado tres versiones del traje papal en diferentes tallas, para que la vestimenta del nuevo pontífice esté lista en el momento exacto de su elección. Este acto simbólico refleja la preparación meticulosa que acompaña cada detalle del cónclave.
En medio del silencio absoluto, la historia se escribe una vez más bajo los frescos de Miguel Ángel. El mundo aguarda con expectación el humo blanco que anunciará al nuevo líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos.