La central nuclear de Chernóbil enfrenta una nueva crisis tras los incendios que se registraron el pasado sábado. Durante la mañana del domingo, equipos de emergencia detectaron tres incendios latentes dentro de la planta, lo que ha llevado a una intervención inmediata para prevenir un desastre mayor. A pesar de que la Agencia Estatal de Gestión de la Zona de Exclusión de Ucrania ha informado que no se ha liberado material radiactivo hasta el momento, las preocupaciones sobre un posible aumento en los niveles de radiación persisten.
Este escenario se complica tras el ataque con dron que sufrió la planta el viernes, donde un artefacto transportando una ojiva de alto poder explosivo impactó en el cuarto reactor. La doctora Olga Kosharna, experta en energía nuclear, alertó sobre el riesgo incrementado de radiactividad, afirmando que «el sello hermético ha sido roto» y que los sistemas de ventilación podrían funcionar de manera diferente, lo que podría resultar en un aumento de la radiación en la zona.
Respuesta internacional y consecuencias del ataque
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha confirmado que los bomberos siguen luchando contra las llamas en condiciones climáticas adversas. El impacto del dron creó un agujero de 314 pies cuadrados en la estructura del reactor, y aunque se sofocó rápidamente un incendio en el techo del Nuevo Confinamiento Seguro (NSC), los incendios latentes dentro del agujero de 20 pies de diámetro han persistido.
El director general del OIEA, Rafael Mariano Grossi, calificó el incidente como "muy grave", enfatizando que atacar una instalación nuclear es totalmente prohibido y nunca debería ocurrir. Este nuevo episodio recuerda las trágicas consecuencias del desastre nuclear de 1986, cuando el reactor cuatro explotó, liberando radiación que afectó a gran parte de Europa. Según un informe del OIEA, el desastre causó la muerte directa de 56 personas y puso en riesgo la vida de aproximadamente 4.000 más debido a la exposición a la radiación.
