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En Kennesaw, Georgia, existe una peculiaridad que la distingue de otras ciudades en Estados Unidos, una ley municipal promulgada en 1982 obliga a los jefes de familia a poseer un arma de fuego y municiones. Esta medida fue una respuesta directa a la prohibición de armas implementada en Morton Grove, Illinois, marcando un contraste drástico en las políticas de control de armas en el país.
Cabe destacar que aunque es una ley activa, no se exige su cumplimiento estricto, y aquellos con discapacidades, creencias religiosas contrarias o antecedentes penales están exentos. La vida cotidiana en Kennesaw tiene todos los elementos típicos de un tranquilo pueblo sureño: cafeterías acogedoras, el sonido de trenes y una comunidad unida. Sin embargo, esta armonía convive con la peculiaridad de que portar armas es más que una opción, es un mandato legal.
Aunque algunos residentes ven esta ley como un símbolo de orgullo y seguridad, otros la consideran un vestigio de otra época que preferirían olvidar. Desde la implementación de la ley, los índices de criminalidad violenta en Kennesaw han sido notablemente bajos. Por ejemplo, en 2023, no se registraron homicidios, aunque sí dos suicidios relacionados con armas de fuego.
Para los defensores de la normativa, su existencia actúa como un fuerte elemento disuasorio para los delincuentes. Por otro lado, algunos ciudadanos creen que es la actitud responsable hacia las armas lo que realmente contribuye a mantener la seguridad.
La ley de armas de Kennesaw divide opiniones entre sus habitantes, y es que, mientras algunos la consideran una declaración política en defensa del derecho a la autodefensa, otros sienten vergüenza al ser conocida como "la ciudad donde portar armas es obligatorio". Aunque como se dijo antes, la ley no se aplica con rigor, su simbolismo tiene un impacto cultural significativo, los habitantes la consideran una forma de protegerse a sí mismos y a sus vecinos.