La carrera de Jaquan Brisker en la NFL, aunque aún joven, ha estado marcada por la sombra de las conmociones cerebrales.
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El defensivo profundo de los Chicago Bears, que se destacó desde su llegada al equipo en 2022 como selección de segunda ronda, ha sufrido tres conmociones cerebrales en un lapso de dos años, un historial preocupante que pone en duda su futuro a largo plazo en la liga.
Este jueves, los Bears informaron que Brisker permanecerá en el protocolo de conmoción cerebral por lo menos durante un mes más, luego de haber estado inactivo durante los últimos 38 días.
La última conmoción que sufrió el joven de 25 años ocurrió en la semana 5 de la presente temporada, durante el partido en el que Chicago derrotó 36-10 a los Carolina Panthers. En una jugada hacia el final del segundo cuarto, Brisker intentó frenar al receptor de los Panthers, Tommy Tremble, pero el choque resultó en un golpe directo a su cabeza, que dejó al defensivo visiblemente desorientado.
A pesar de las señales evidentes de lesión, Brisker recibió autorización para regresar al partido en el último cuarto, lo que ha generado preocupación dentro de la organización.
Sin embargo, al día siguiente, Brisker reportó dolor de cabeza y mareos, síntomas típicos de una conmoción cerebral, lo que llevó a los Bears a colocarle en el protocolo de conmoción cerebral y a mantenerlo alejado del campo desde entonces.
Brisker enviado a la lista de lesionados
Este jueves, el jugador fue colocado en la reserva de lesionados, lo que significa que estará al menos un mes más fuera de acción, mientras sigue su recuperación.
El historial de lesiones de Brisker es alarmante. Desde su llegada a la NFL en 2022, ha sufrido tres conmociones cerebrales, lo que ha obligado a perderse cinco partidos en su corta carrera.
La primera de estas lesiones ocurrió en su temporada de novato, cuando se vio obligado a ausentarse de dos juegos debido a una conmoción. En 2023, la historia se repitió, con dos partidos más en los que Brisker estuvo fuera por la misma razón.
Estos episodios no solo afectan su rendimiento en el campo, sino que plantean preguntas sobre su salud a largo plazo y el riesgo que corre al continuar jugando en una liga que ha incrementado su enfoque en la seguridad de los jugadores, especialmente en lo relacionado con las conmociones cerebrales.