El carismático presentador de "El Gordo y la Flaca", Raúl de Molina, vivió una odisea médica tras someterse a una panniculectomía (cirugía para retirar exceso de piel y grasa del abdomen) después de perder más de 110 libras.
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La intervención proporcionó resultados inmediatos: 15.4 libras de piel y tejido sobrante fueron removidas, liberándolo de molestias que le impedían nadar o ejercitarse. Duró aproximadamente dos horas y media y fue realizada por el Dr. Sean Simon en Miami.
Raúl de Molina se complicó
Diez días después, mientras reanudaba su rutina de caminatas, sufrió un desmayo en casa, por el cual su hija Mía llamó al 911 al verlo “botando sangre por todos lados”.
“Mi hija Mía se iba para clase de pilates, yo me iba a sentar en una silla que me compré en la sala y lo último que me acuerdo es cuando me despierto y veo a mi hija que está llamando al 911”, explicó en una entrevista para People En Español.
Tuvo que ser trasladado de urgencia, fue transfundido y operado nuevamente para limpiar internos y cerrar la herida. Pasó tres días hospitalizado para evitar una sepsis abdominal.
El presentador cubano contó que, al empezar a caminar sintió un dolor en su pie izquierdo, por lo que recurrió a un doctor (no fue su cirujano plástico) que le recomendó unas pastillas que agravaron su salud.
“Quizá no me debía de haber hecho (la cirugía), pero era necesario (...) Hay que asesorarse con su médico, hay que decirle a la gente que no esté bobeando como yo”, aseveró.
Entre tanto, agradeció a su esposa Millie y a su hija Mía que lo han estado cuidando en su recuperación, en la que incluye ingresar por una hora y media en una cámara hiperbárica para sanar su herida.