Tras la noticia del fallecimiento del papa Francisco, la atención mundial se centra en el proceso canónico para elegir a su sucesor: el Cónclave. Este encuentro trascendental, donde cardenales de todo el mundo se reúnen en el corazón del Vaticano, sigue una serie de pasos meticulosamente definidos. A continuación, te presentamos una guía informativa sobre las cuatro etapas cruciales para la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica.
1. La solemne convocatoria de Cardenales: Duelo, deliberación y elección
El primer paso tras la sede vacante (la vacancia del papado) es la convocatoria de todos los cardenales con derecho a voto (menores de 80 años) al Vaticano. Esta reunión tiene un triple propósito fundamental:
- Participar en los ritos funerarios del papa: Los cardenales se unen en oración y ofrecen sus respetos al Pontífice fallecido durante los días de luto oficial
- Celebrar nueve días de duelo oficial (Novenario): Un período de recogimiento y oración por el alma del Papa difunto y por la futura elección.
- Llevar a cabo el Cónclave para elegir al nuevo papa: Esta es la razón principal de su convocatoria y el inicio de un proceso electoral único en el mundo.
Es crucial entender el rol de los cardenales. Estos altos miembros del clero, a menudo arzobispos de importantes diócesis o jefes de dicasterios vaticanos, son considerados los "príncipes de la Iglesia" y son los únicos con la potestad de elegir al nuevo Sumo Pontífice de entre los candidatos elegibles a nivel global.
2. El inicio del Cónclave: Reunión "Bajo Llave" en busca del sucesor
La fase central del proceso es el Cónclave, una palabra que literalmente significa "bajo llave". Este nombre evoca la antigua práctica de aislar a los cardenales electores del mundo exterior hasta que se alcance un consenso sobre el nuevo papa.
El Cónclave se lleva a cabo en secreto en el Vaticano y puede extenderse por varios días. El aislamiento tiene como objetivo evitar cualquier influencia externa, ya sea de gobiernos, grupos de interés o los medios de comunicación, en la libre elección del sucesor de Pedro.
Antes de que comiencen las votaciones, estrictas medidas de seguridad se implementan para asegurar la confidencialidad del proceso. Se revisa minuciosamente el lugar de reunión, tradicionalmente la Capilla Sixtina, para detectar cualquier dispositivo de escucha o grabación.
3. La votación secreta en la Capilla Sixtina: Un rito de oración y discernimiento
El corazón del Cónclave son las votaciones secretas que tienen lugar en la majestuosa Capilla Sixtina. Lo que sucede dentro de sus muros durante este proceso permanece estrictamente confidencial, bajo pena de excomunión para quien revele cualquier detalle.
El proceso de votación sigue un protocolo preciso:
- Cada cardenal elector recibe una papeleta donde escribe el nombre de su candidato, procurando ocultar su caligrafía.
- La papeleta doblada se deposita en una bandeja y luego se vuelca en un cáliz. No se permiten discusiones durante la votación.
- Una vez que todos los cardenales han votado, las papeletas se cuentan y el resultado de cada candidato se lee en voz alta.
- Tras la lectura, las papeletas se unen con hilo y aguja.
- Finalmente, al concluir cada ronda de votación (generalmente dos por la mañana y dos por la tarde), las papeletas se queman en una estufa.
La señal de humo que emana de la chimenea de la Capilla Sixtina es la única indicación pública del progreso de la elección:
- Humo negro: Indica que ninguna de las votaciones ha alcanzado la mayoría necesaria (actualmente dos tercios de los votos).
- Humo blanco: Señala que se ha alcanzado la mayoría requerida y, por lo tanto, se ha elegido a un nuevo Papa.
4. El anuncio "Habemus Papam": La presentación al mundo
Una vez que un candidato obtiene la mayoría de los votos, se le pregunta si acepta la elección. Si acepta, se convierte inmediatamente en el nuevo Papa.
El siguiente paso es la preparación para el anuncio público. Los cardenales felicitan al recién elegido, y el sastre papal se encarga de proporcionarle las vestimentas pontificias de la talla adecuada.
Finalmente, llega el momento esperado: el anuncio desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Primero, un cardenal protodiácono pronuncia la famosa frase en latín: "Habemus Papam" ("Tenemos Papa"), seguida del nombre de pila y el apellido del nuevo Pontífice, y el nombre papal que ha elegido.
Tras el anuncio, las puertas del balcón se abren y el nuevo Papa aparece por primera vez ante la multitud congregada en la Plaza de San Pedro. Su primer acto público es ofrecer unas palabras y la tradicional bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad de Roma y al mundo entero).