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Guías de sueños, corredores anónimos

Por Meridiano

Martes, 27 de septiembre de 2016 a las 01:36 pm

Juan Pablo Chourio || [email protected]

“Al principio yo no tenía tanto interés, pero cuando fui a la primera competencia y vi cómo era ese mundo, me gustó”. Así relata el zuliano Amílcar Zambrano su primera experiencia como guía de Greilyz Villarroel, atleta con discapacidad visual.

Amílcar pertenece al grupo de jóvenes universitarios que hace atletismo bajo las órdenes del entrenador cubano Isidro Bartelemi en la pista del Estadio José Encarnación “Pachencho” Romero de Maracaibo. Junto con él practican Edinson Medina y Javier Herrera. Los tres participaron como guías de atletas en los recién finalizados Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro.

Los deportistas con deficiencia visual severa, según el reglamento de la Federación Internacional de Deportes para Ciegos, compiten junto con una persona vidente que los oriente. La manera en la que están unidos será por medio de una cuerda que no debe ser elástica ni medir más de un metro.      

Edinson Medina, que conquistó medalla de plata junto con Sol Rojas en los 400 metros planos, también tenía sus dudas con respecto a acompañar a los discapacitados. “Al principio no me convencía. Los méritos solo eran para los atletas y las personas no valoraban a los guías”. Sin embargo la experiencia lo atrapó. “Convivir con personas con discapacidad y ver todo lo que hacen es impresionante. La discapacidad no es un impedimento, es el motivo que los impulsa a hacer todo. Ser parte fundamental de sus logros es muy especial para mí”, señala con orgullo el guía.

El atletismo llegó a la vida de Edinson como un medio para lograr una meta que no pudo materializar. “Yo me inscribí para aumentar mi velocidad en el beisbol, porque tenía oportunidad de firmar (con un equipo profesional). Al final no se dio nada por culpa de una lesión y fue cuando el profesor Isidro me dice que me quede, porque tengo potencial”. En contraposición a Medina y Zambrano, Javier Herrera, guía de Fernando Ferrer y estudiante de Educación Física en la Universidad del Zulia, estaba dispuesto a trabajar con los paratletas. “Nosotros estamos porque nos gusta. Yo estudio para trabajar con personas con discapacidad. No hay obstáculos”.

Pese a sus distintos paradigmas previos con respecto a ayudar a discapacitados visuales, los tres coinciden en lo invaluable de la experiencia. “Lo que me sorprendió fueron las emociones que se sienten. Cuando yo sé que una persona que ayudo está feliz, me siento satisfecho. Esa es mi ganancia y mayor premio”, dice Amílcar.

Son los deportistas no convencionales los que impulsan a este trío a perseguir sus sueños, pues gracias a ellos entienden que no hay obstáculos para hacer deporte ni para afrontar cualquier cosa en la vida.

En Río vi personas que comen con los pies. Gente positiva y luchadora. Convivir junto a ellos ha cambiado mi forma de vivir. Son mi inspiración y me hacen reflexionar: si ellos pueden, por qué yo no”, recuerda con emoción Edinson.

Los zulianos no solo se entrenan como guías, sino también lo hacen como convencionales. Al finalizar las prácticas con los ciegos suelen correr dos o tres tramos más para aumentar su nivel y estar por encima de sus guiados. En el horizonte visualizan estar en los Juegos Paralímpicos y Olímpicos de Tokio 2020.

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