Hay deportes donde la concentración y la discplina son la base fundamental del éxito. El taekwondo es uno de ellos y la exmedallista olímpica, Dalia Contreras, conoce muy bien esta arte marcial, la cual la ha ayudado hasta el sol de hoy en su rol como madre.
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Contreras tuvo dos participaciones en Juegos Olímpicos (Atenas 2004 y Beijing 2008), siendo esta última donde lograría su histórica medalla de bronce, la única presea obtenida por Venezuela en aquellas olimpiadas.
Vienes de practicar un deporte como el taekwondo, logrando una medalla de bronce en Beijing 2008. Sabemos que es un deporte de mucha concentración y disciplina ¿Existe alguna herramienta aprendida en este deporte que te sirva hoy en día para llevar a cabo tu rol de madre?
El taekwondo me enseñó muchos valores y el querer hacer siempre las cosas bien. La disciplina y la dedicación por ejemplo, me han ayudado mucho en mi rol como madre.
¿Qué es lo que más y lo que menos extrañas de practicar el taekwondo?
(Risas) La verdad extraño mucho los viajes a Korea y lo que menos extraño son los entrenamientos.
¿Le has inculcado a sus hijos el amor por los deportes? ¿Cómo ha sido?
Sí, mi hijo practica el fútbol y mi hija la menor practicó taekwondo, pero hasta ahí. En realida ella no salió tan deportiva como su mamá. Ha intentado otros deportes, pero ahí vamos...
¿Para ti cual es la parte más complicada de ser madre?
Ser madre es dificil en todo, porque uno quiere siempre lo mejor para ellos... la mejor educación... los mejores valores. Que sean mejores personas y yo soy de los que está encima de ellos para lograrlo. Aunque sea agotador doy todo por ellos.
¿Podrían ser los días más felices pra ti cuando ganaste la medalla en el 2008 y cuando nacieron tus hijos? ¿Tienen estos dos momentos comparación para ti?
No, mi ciclo como atleta fue muy feliz. La medalla olímpica fue una de mis metas alcanzadas, pero cuando nació mi hijo fue lo máximo, no se compara en con la medalla. Hoy en día es un orgullo para mi haber logrado esa medalla, pero mis hijos son mi mayor alegría. Son mi vida y ellos se sienten orgullosos de quien fui antes de tenerlos.