Engels Medina| @engelsmedina23
CARACAS. Se ocultaba el sol en la tarde caraqueña del viernes 20 de agosto, y en las redes sociales comenzó a correr la noticia de que Juan Arias había fallecido, lamentablemente la información se corroboró y el “Derby Winner” no pudo superar al coronavirus.
Una noticia que enlutó los corazones de todo un país, pues lo que logró Juan Arias en 1971 difícilmente pueda volver a ocurrir.
Juan Arias nació el 6 de mayo de 1938 en Yaracuy, desde niño sentía amor por las carreras de caballos, en una de sus entrevistas contó que iba al desaparecido hipódromo de El Paraíso a ver las carreras, pero como era un niño no lo hacía en las tribunas, sino que se trepaba en los árboles para ver desde allí las competencias.
Esa pasión no se quedó solo allí, para mediados de los años cincuenta inició estudios para convertirse en entrenador, ya para 1959 comenzó a entrenar ejemplares en el hipódromo La Rinconada.
A pesar de que ya no estará más dentro de nosotros de cuerpo presente, en la memoria de cada hípico vivirá por siempre, será recordada su espontaneidad, carisma, y sobre todo por las lágrimas de emoción que brotaban de sus ojos al hablar de su consentido Cañonero.
Arias se mantuvo siempre humilde, cuando iba a las mañanas de traqueos se le veía conversando con todos y jamás se mostró indispuesto para con la prensa.
Cuando se le llamó para una entrevista, por motivo de cumplirse 50 años de la hazaña que hizo en 1971, en su voz se le sintió la alegría, debido a la avanzada edad se le ofreció hacerle la entrevista vía telefónica, pero el mismo decidió venir a la redacción a contarnos anécdotas únicas de su estadía en el norte con su pupilo.
Juan Arias estará en cada mañana de traqueos, en cada galope de un ejemplar, pues su legado dentro de la hípica es tal que jamás será olvidado.
Conquistó EE. UU. Sin hablar inglés. A finales de 1969 llegó a su cuadra el ejemplar que lo catapultó al estrellato Cañonero segundo, para aquel momento no tenía ni los dos años.
Según contó en una de sus últimas entrevistas “A Cañonero nadie lo quería, pues tenía problemas en su mano derecha porque estaba un poco hacía afuera, corrió porque se le dio tiempo”.
Al ganar en el debut en La Rinconada, Pedro Baptista, dueño de Cañonero II, le informó que se iban a Estados Unidos, pues el caballo estaba inscrito en el Del Mar Futurity.
Esa fue la primera vez que Arias iba a tierras norteamericanas, allá llegó sin saber nada de inglés, y aunque a pesar de que en ninguna de las dos primeras carreras en el hipódromo de Del Mar las ganó el futuro le tenía algo mejor preparado.
Los años 70 en los Estados Unidos no eran los mejores para la nación, la comunidad hippie, la guerra de Vietnam y el racismo habían hecho que la sociedad estuviera un poco alterada.
Para el Derby del 71 Cañonero llegó como una simple aventura de un grupo de ilusionados, pero el ejemplar no solo ganó el Derby, sino que también se adjudicó el Preakness, esto hizo que la vida de Arias diera un giro de 180 grados convirtiéndolo en un ídolo mundial.