Samuel Aldrey | @SamuelAldrey
Que un futbolista pase toda su carrera en un solo club siempre ha sido raro. Por lo tanto, la renovación de Thomas Müller por el Bayern de Munich hace ineludible el elogio por su lealtad y compromiso.
Müller no es sólo bávaro, sino que también es un aficionado acérrimo del Bayern. Desde pequeño se le veía rondar en las peñas del Bayern en vísperas de Navidad.
Nacido en Weilheim, el joven Thomas creció en el pequeño pueblo de Pähl, a unos 50 kilómetros de Múnich. En el verano de 2000 se incorporó al Bayern con 10 años y no tardó en ascender en el club.
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En la temporada 2007/08, con la selección sub-19, marcó 18 goles en 26 partidos y llamó la atención del entonces seleccionador Jürgen Klinsmann.
"Al principio no cogí el teléfono", admitió Müller, cuando el campeón de la Copa Mundial de la FIFA 1990 le llamó para anunciarle su ascenso al primer equipo. "Pero cuando escuché mi buzón de voz después, era Jürgen Klinsmann".
El último gran talento nacido en casa
Müller debutó en la Bundesliga un mes antes de cumplir los 19 años, sustituyendo a Miroslav Klose en la primera jornada de 2008/09. Más de una década después, ha superado los 500 partidos con la selección absoluta, pero entonces nada hacía presagiar la extraordinaria trayectoria que le esperaba.
El dinero que mueven los fichajes ha incidido en los movimientos de jugadores. Desde las categoriÌas formativas hasta las profesionales, los futbolistas son viÌctimas de un constante mercadeo, cual venta de esclavos 2.0, aunque en su caso tambieÌn saquen tajada de las transacciones.
Steven Gerrard, Francesco Totti y Paolo Maldini se han retirado. Por eso el delantero del Bayern de Múnich, Thomas Müller, quizás el último jugador que se ha convertido en un talento de talla mundial nacido en las entrañas del club que lo vio nacer.