Quizás más que en cualquier otra disciplina deportiva, en el beisbol por décadas han sido abundantes las supersticiones por parte de jugadores, técnicos, directivos o aficionados, algunas de ellas trascendieron el terreno de juego, se hicieron de conocimiento público y hasta forman parte de la idiosincrasia de la pelota.
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Como parte de ellas podemos citar la “Maldición del Bambino” sobre los Medias Rojas de Boston, la “Maldición de la Cabra” para los Cachorros de Chicago o la costumbre del Salón de la Fama, Wade Boggs de siempre comer pollo antes de cada partido, disputó 2439 juegos.
O el de Turk Wendell, uno de los más supersticiosos de siempre, con diferentes hábitos y peticiones en torno a ello, como su obsesión por el número 99, que lo usó en tres de los cuatro equipos para los que jugó, incluso, para uno de sus contratos el monto monetario acordado de manera expresa fuese compuesto solo por nueves: 9 millones 999 mil 99 dólares con 99 centavos.
Toda una rareza y tal vez la más abundante de ritos en este tiempo corresponda a Jesús Luzardo, que al parecer le están funcionando en este su primer año con los Phillies de Filadelfia.
“Soy extremadamente supersticioso”, el zurdo de nacionalidad venezolana en declaraciones tomadas del portal mlb.com
“Soy alguien de números. Desde que era más joven, los 4 y los 8 han sido de buena suerte. El 8 siempre ha sido un número de la suerte para mí. En mi primera temporada de Grandes Ligas (Atléticos de Oakland), me dieron el 44. Nunca me preguntaron. Simplemente me lo dieron. Yo dije, ‘Sí, nunca lo dejaré’.
El apego por ese par de dígitos de hecho es más profundo, al punto que cuando al escopetero le toca pitchear, tanto su rutina de preparación, la hora de caminar hacia el campo y la hora de realizar el primer envío, todo debe sumar un 4 o un 8.
MLB - Jesús Luzardo - Phillies de Filadelfia - Grandes Ligas - Supersticiones
Claro que se puede ser escéptico, también argumentar de que vuelan, vuelan y si esta última sería su respuesta probablemente Jesús Guillermo le diga que eso es correcto, que algo está funcionando si se consideran sus números de impacto hasta ahora: 3 ganados, sin perdidos, 1.94 en promedio de carreras limpias permitidas y whip de 1.17 en 7 aperturas.
Otras de sus mañas son los lentes; comenzó a usarlos durante la infancia cuando tuvo problemas para ver las señas del cátcher, continuó con ellas durante su paso al profesional e hizo pausa en la primera parte de la temporada 2021, tras malos resultados en el morrito, los retomó para el segundo segmento y hasta ahora se ha mantenido, solo por una ocasión no los tuvo:
“Un día las dejé en casa en el 2022. Estábamos en Atlanta. Dije, ‘Tengo que ir a buscar lentes. No puedo lanzar sin ellos. Entonces, fui a una tienda Oakley en Atlanta y compré un par normal. Lancé bien y desde entonces dije, ‘No puedo cambiarlas’” precisó.
De manera curiosa, en este certamen se le ha visto con dos guantes, uno negro con el que tiene varios años y otro color crema; cuando se le preguntó por qué dos, contestó: “Porque este año dije que no habría supersticiones”. Se trató de un comentario sarcástico al que añadió: “Lo estoy desglosando poco a poco. No puedo simplemente eliminarlas todas de una vez”.
En este sentido, otra de las que siguen es su costumbre de saltar la línea de foul del mismo modo, igual al salir del dugout: “Si lanzo la primera entrada y no permito carrera, trato de salir del dugout de la misma manera, dando los mismos pasos. Los últimos dos pasos, los doy por encima”.
También perdura la tradición de tomar café frío con leche de almendras, cuando le toca lanzar claro está y ese día la bebida exclusivamente tiene que ser de la franquicia Starbucks.
Por último, para esta temporada dejó crecer su cabello y ante los resultados expresó: “Ojalá me llegue hasta aquí”, señalando sus hombros.