Stefano Malavé Macri. Twitter: @StefanoMalaveM
En los últimos años, ha sonado en Europa el nombre de Robert Bobroczky, un joven baloncestista rumano de origen húngaro que ha generado asombro en varios seguidores del baloncesto europeo y, por supuesto, en varios scouts ante su imponente altura de 2 metros y 31 centímetros.
Nació en junio del 2000 en la población de Arad, una zona donde se concentra una gran cantidad de población húngara a la que se le denomina como sículos o szekely. A los 14 años, fue reclutado por el Stella Azzurra (Estrella Azul) de Italia, una qacademia de formación que buscaría pulir el talento del joven deportista.
De acuerdo a los especialistas, sus mayores cualidades son "una capacidad mejorada de tiro en salto de media distancia y pases". Sin embargo, como suele suceder en los jugadores con una altura similar a la suya, su mayor problema es el físico, pues debe subir de peso si aspira a convertirse en un jugador de élite.
Estuvo en la mira de equipos como el Barcelona de baloncesto y la NBA. Incluso, llegó a formar parte del equipo de la Universidad de Rochester de la NCAA. No obstante, debido a la pandemia del Covid-19, tuvo que regresar a su país natal, pero regresó en 2021.
Actualmente, es el segundo baloncestista más alto del mundo en activo, después del inglés Paul Sturgess, quien mide 2,34 metros de altura. De igual forma, habla cinco idiomas: inglés, serbio, italiano y, por supuesto, húngaro y rumano.
Su padre, Zsigmond Bobroczky, también fue baloncestista profesional y jugó para la selección nacional de Rumania, donde compartió equipo con otro gigante: Gheorge Muresan, quien llegó a medir hasta los 2 metros y 39 centímetros, siendo hasta la fecha el jugador de baloncesto más alto de la historia.