Estados Unidos y Canadá se ven sumidos en una ola de frío extremo con temperaturas que alcanzan hasta -30ºC y sensaciones térmicas de -50ºC, todo desencadenado por un fuerte temporal invernal. La raíz de este fenómeno climático se encuentra en la entrada de aire frío gélido directamente desde el Ártico, afectando principalmente a ambas naciones. Las temperaturas comenzaron su descenso en la segunda mitad de la pasada semana, y el martes, alrededor de 150 millones de personas estaban bajo avisos meteorológicos debido a la ola de frío ártica.
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Las consecuencias son evidentes en la vida cotidiana, con cierres generalizados de escuelas, interrupciones en el transporte y un impacto significativo en los vuelos. Más de 9,700 vuelos dentro, hacia o desde Estados Unidos experimentaron retrasos, y más de 3,300 fueron cancelados, según FlightAware. El viento, por su parte, ha contribuido a una sensación térmica inferior a los -30ºC, generando condiciones extremadamente desafiantes.
La provincia de Alberta experimentó temperaturas extremas, llegando a -51.5ºC en Keg River. Incluso en estados del sur como Texas, las temperaturas descendieron por debajo de cero. El fenómeno conocido como efecto lago también ha desempeñado un papel importante, con nevadas significativas en áreas cercanas a los grandes lagos. Este fenómeno ocurre cuando una masa de aire frío se desliza sobre una masa de agua más templada, generando nubosidad y desarrollo vertical.
Es crucial destacar que esta ola de frío no contradice la realidad del calentamiento global. La diferencia entre el tiempo y el clima es fundamental, ya que este evento meteorológico extremo no invalida el impacto del cambio climático. De hecho, el calentamiento global podría contribuir a la ocurrencia más frecuente e intensa de eventos meteorológicos extremos como este.