El nombre de Luca Lucci, líder de los ultras del AC Milan, ha vuelto a estar en el ojo del huracán. Arrestado hace poco más de un mes por el llamado Caso Ultras, el cabecilla de los fanáticos radicales del conjunto rossonero enfrenta ahora una acusación aún más grave: su presunta implicación en una red de importación y distribución de más de dos toneladas de droga en Italia.
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El alcance de las investigaciones contra Lucci ha sacudido al mundo del fútbol italiano, revelando un entramado que va mucho más allá de los abusos en los alrededores del estadio de San Siro. Según las autoridades, el jefe de los ultras milanistas estaría vinculado directamente con la 'Ndrangheta, la poderosa mafia calabresa conocida por controlar una de las mayores redes de narcotráfico en el mundo.
De San Siro a Calabria: un liderazgo mafioso
Lucci se encuentra en prisión preventiva acusado de conspiración criminal con el agravante del método mafioso, junto a otros 18 ultras de los clubes AC Milan e Inter. Este lunes, una nueva orden de prisión preventiva fue emitida contra él y otros 19 sospechosos, señalados como responsables de un esquema que habría traficado grandes cantidades de droga desde Calabria, en el sur, hasta Lombardía, en el norte.
Pero esta no es la única sombra que se cierne sobre Lucci. Las autoridades han reabierto el caso del intento de asesinato en 2019 de Enzo Anghinelli, un radical milanista que sobrevivió milagrosamente a un ataque en el que recibió varios disparos en la cara. Aunque Danilo Cataldo, mano derecha de Lucci, fue detenido como autor material del ataque, los fiscales señalan al líder ultra como instigador de los hechos.
Las revelaciones recientes completan un perfil inquietante de Lucci, quien ya enfrentaba cargos por los beneficios ilícitos obtenidos en los alrededores del estadio de San Siro mediante actividades de extorsión y violencia. Con tres investigaciones abiertas en su contra, su figura simboliza la peligrosa conexión entre el fanatismo deportivo y el crimen organizado en Italia.