Solo en la temporada anterior de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), el promedio de carreras limpias permitidas por parte de la generalidad de los lanzadores quedó en 4.86, mientras el whip se ubicó en 1.59; ambas cifras notoriamente por encima de la media que aceptable como sinónimo de calidad, por ejemplo un 3.99 y 1.15 respectivamente.
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Entendido esto, lo que hasta ahora ha hecho Néstor Molina con Cardenales de Lara, no tiene nombre, al punto que es una tendencia estadística insostenible de manera abrumadora, más cuando se es un serpentinero abridor como es su caso.
Y es que al llegar a la jornada de este jueves, el escopetero derecho acumula 16.1 entradas lanzadas, ¿saben cuántas carreras limpias le han anotado? ¡Ninguna, si quiera sucia!; asimismo le han conectado 9 imparables y ha cedido 1 sola base por bola. Por esta razón su efectividad se mantiene inmaculada en 0.00, mientras su whip está en 0.61.
A parte de que ambas cifras son una grosería, más en un circuito como la LVBP, en ellas el experimentado de 34 años es el número 1 del cónclave.
Al revisar sus aperturas, encontramos que en la 1era, contra Tigres de Aragua, lanzó 5.2 entradas, de 2 imparables y 5 ponches; para la 2da completó también 5.2 innings de 3 inatrapables, 1 boleto y 3 ponches ante Águilas. En la 3ra domó a la ofensiva más jonronera y productiva, la de Leones del Caracas: 5 episodios de apenas 4 hits más 5 guillotinados.
Toda una anomalía estadística ha resultado Néstor Molina, incluso en la universalidad del deporte de los bates, guantes y pelotas.