Lionel Messi marcó su primer gol con el París Saint-Germain con un disparo seco e imparable, este martes contra el Manchester City en la Liga de Campeones.
En su cuarto partido con el equipo francés, la leyenda argentina hizo vibrar al Parque de los Príncipes tras combinar con Kylian Mbappé para disparar desde la frontal del área y lograr el 2-0 en el minuto 74.
El PSG recurrió sin dudarlo a sus tres magos. El City, a la pelota. A juzgar por el primer tiempo, un tanto caprichosa. Por más que mimara a su amiga más leal, se quedó sin premio esta vez. Con mucho menos, el cuadro de Pochettino se apuntó el primer tanto en una jugada ligada por Messi. Achraf encontró a Mbappé y Gueye le puso el lazo en el área chica. El remate del senegalés besó la cruceta pero no cambió los planes de Guardiola.
No le quedó otra al PSG que apiñarse alrededor de Donnarumma, un seguro de vida. El arquero italiano mantuvo a flote a un equipo que no puede sostenerse solo por los tres futbolistas que tiene por bandera. Sobre todo ahora que aún no han aprendido a jugar de memoria. A pesar de ser una amenaza permanente, ni Neymar interpretó el choque ni Mbappé fue el rebelde del patio. Solo Messi le dio una marcha más al equipo, pegamento para un PSG que tiende al desorden.
El City percutió por el costado de Mahrez, un duende y un quebradero de cabeza para un PSG vulnerable. El azar jugó en contra del equipo inglés, negado en dos ocasiones por la madera. Sterling primero y Bernardo Silva en el rebote, incapaz de darle un último soplo a la pelota. Fue milagroso. Con ánimo de sobrevivir, el PSG se arropó no solo en Donnarumma sino también en Verratti, un maestro en el arte de ponerle pausa y criterio a cada partido.
En un equipo que se resquebraja por naturaleza, la existencia de actores de reparto resulta obligatoria para triunfar en Europa. Al trono no solo llegan los mejores sino quienes mejor trabajan. El PSG vivió en un agobio permanente. Se le hizo un nudo la noche en el Parque de los Príncipes hasta que Messi abrochó el triunfo. Una carrera de las de antes firmó el 2-0: se asoció con Mbappé en el balcón del área y dibujó un toque a la red para abrazarse después con el francés y con Ney.
No fue la noche del brasileño, enfurruñado consigo mismo. Ni las filigranas le salieron. Pero en el territorio en el que se examina el PSG encontró un triunfo meritorio que tiene que hacerle reflexionar. No siempre aparecerá Messi para frotar la lámpara. El City también tiene que irse al rincón de pensar: maravillar con la pelota no es suficiente para entronarse en Champions. El primer tanto de Messi con la zamarra parisina fue contra Guardiola. El destino también fue caprichoso.