Crédito: Engels Medina
@engelsmedina23
A principios del siglo XX un deporte llegó de Europa para conquistar los corazones de los suramericanos: Fútbol era su nombre.
Para aquel momento no se disputaba ni tenías las características a lo que vemos hoy en día, desde la vestimenta, pasando por las reglas y los estadios.
Las personas que iban a ver a los partidos eran simples observadores de los atletas, a los que disfrutaban a su manera. Pero, en Uruguay había una persona que vivía el juego de otra manera.
Nos referimos a Prudencio Miguel Reyes Viola, un uruguayo nacido el 28 de abril de 1882. Talabartero de oficio, acompañaba a Nacional, equipo de ese país, ejerciendo como utilero, personaje que tenía una tarea también distinta a la de la actualidad.
Una de ellas era la de inflar los balones de cuero (para ese momento) y dejarlos en perfecto estado para la normal realización del encuentro.
Mientras todos observaban, Prudencio era un poco más pasional y eso lo hacía ir un poco más allá. Se oían gritos "¡Vamo' arriba Nacional! ¡Vamos, Nacional!".
Los presentes lo miraban atónitos y al preguntar a alguien alrededor sobre quién era, le respondían: "Es Prudencio, el hincha pelotas de Nacional".
De esa frase es que nace el nombre “el hincha”… pelotas de Nacional (para ese momento).
Poco a poco, su historia se fue propagando y su pasión se fue contagiando por todo el continente.
Un hincha terminó significando un seguidor acérrimo de cualquier equipo y que lo acompaña en las buenas y en las malas.