La relación entre Isabel Preysler y la familia de Mario Vargas Llosa ha sido objeto de atención mediática, especialmente tras el fallecimiento del Nobel de Literatura el 13 de abril de 2025.
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A pesar de haber tenido un largo romance que inició en un viaje organizado por Porcelanosa en 2015, la pareja no pudo convencer a Gonzalo, Álvaro y Morgana de aceptar la relación, la cual finalizó en 2022.
Un adiós sin reconciliación
Isabel Preysler, quien según una fuente cercana se encuentra en Madrid sumida en un "estado de shock", ha preferido no emitir declaraciones públicas, buscando evitar malinterpretaciones y proteger su imagen ante posibles repercusiones mediáticas.
Asimismo, sus hijas, que tampoco han sido santo de la devoción de la familia Vargas Llosa, también se han mantenido al margen de la situación, en especial, Tamara Falcó.
Tensiones familiares
La relación entre Preysler y los hijos de Vargas Llosa ha sido tensa desde el inicio. Los hijos del Nobel nunca simpatizaron con ella, considerándola una figura ajena a los intereses culturales de su padre.
Incluso, durante la relación, los hijos evitaban visitar la residencia de la pareja y preferían encuentros privados con su padre. Luego de la ruptura de Mario e Isabel, sus hijos expresaron su deseo de no volver a verla y, recalcaron, que no querían vivir este escenario ni siquiera en la muerte de su padre.
La exesposa de Vargas Llosa, Patricia Llosa, también manifestó su descontento con la relación. En una ocasión, vetó la presencia de Preysler en la casa familiar de Lima durante una visita del escritor, dejando claro que no deseaba su presencia en reuniones familiares.
Una despedida a la distancia
La ausencia de la también animadora en los actos conmemorativos y la falta de declaraciones públicas subrayan el distanciamiento final entre ella y la familia Vargas Llosa.
Este silencio, lejos de ser una muestra de indiferencia, parece ser una estrategia para cerrar un capítulo doloroso y evitar reavivar viejas heridas.
En este contexto, la figura de Isabel Preysler se mantiene en la sombra, mientras la familia Vargas Llosa rinde homenaje al legado literario y personal del peruano, marcando así el fin de una etapa marcada por tensiones y desencuentros.