Barquisimeto se vistió de rojo pasión. La fanaticada de los Cardenales de Lara demostró una vez más por qué son considerados una de las más fieles y entregadas del béisbol venezolano. Las interminables colas que se formaron a las afueras del estadio Antonio Herrera Gutiérrez, con el objetivo de adquirir las entradas para el sexto juego de la gran final de la LVBP ante Bravos de Margarita, son el claro reflejo de este fervor.
Desde tempranas horas de la mañana, cientos, quizá miles, de fanáticos se dieron cita en las taquillas, dispuestos a esperar el tiempo necesario para asegurar su lugar en el encuentro decisivo. Niños, jóvenes y adultos, todos unidos por un mismo sentimiento: el amor por los Cardenales.
Un apoyo incondicional
Esta muestra de apoyo no es algo nuevo para la organización. Juego tras juego, los fanáticos llenan las gradas del estadio, creando un ambiente inigualable que impulsa al equipo a dar lo mejor de sí. Los cánticos, los aplausos y los gritos de aliento se convierten en el sexto jugador en el terreno de juego.
Los Cardenales de Lara han sabido cultivar una conexión especial con su fanaticada, basada en la identificación con los colores, los valores y la historia de la organización. Los jugadores, a su vez, retribuyen este cariño con entrega y profesionalismo, dejando todo en el terreno de juego.