REDACCIÓN MERIDIANO |
Justo antes de Navidad, la NBA envió un memorándum diciendo a los equipos que deben manejar las vacunas COVID-19 de una manera "consistente con el tiempo y la prioridad establecida por las directrices de salud pública aplicables". Ese mensaje llegó después de una declaración que el comisionado de la NBA Adam Silver había hecho unos días antes: "No hace falta decir", dijo Silver, "que de ninguna forma o manera nos saltaremos la línea".
Ahora la MLB ha indicado que no cortará la línea para adquirir las vacunas COVID-19 para los jugadores, según una declaración de la liga dada a Evan Drellich de The Athletic. La MLB recibirá las vacunas en el plazo establecido por los funcionarios de salud pública.
"Al igual que la NBA, la Liga Mayor de Béisbol y sus clubes trabajarán con las autoridades de salud pública en asuntos relacionados con la disponibilidad y el calendario de vacunación de los jugadores y otros empleados", dijo MLB en una declaración a The Athletic. "Las vacunas sólo se pondrán a disposición de los jugadores cuando los funcionarios de salud pública lo consideren apropiado".
Drellich dice que la MLB aún no ha emitido un memorándum a los equipos en relación con las vacunas COVID-19, aunque eso probablemente tiene más que ver con el programa que con cualquier otra cosa. La NBA comenzó su temporada regular la semana pasada y la NHL comenzará su temporada regular en dos semanas. Aún faltan siete semanas para los entrenamientos de primavera y el día de la inauguración está a tres meses, por lo menos.
Para complicar aún más el proceso de vacunación, la actual guerra laboral entre MLB y MLBPA. La MLB quiere retrasar la temporada 2021 hasta que se puedan jugar los partidos con los aficionados en las gradas, mientras que la MLBPA quiere jugar una temporada completa, con o sin aficionados.
Todo es cuestión de dinero. El sindicato quiere una temporada completa con paga completa, y la MLB no quiere hacer eso sin asistencia completa.
La distribución de la vacuna está en marcha en los Estados Unidos, comenzando con los trabajadores de la salud de primera línea. Las recomendaciones federales dicen que las personas mayores de 75 años son las siguientes, seguidas por las personas de 65 a 74 años, y luego las de 16 a 64 años con problemas de salud subyacentes que los ponen en mayor riesgo.