César Sequera Ramos || @CSequera1
Incluso antes de hacer su debut en la NBA, se le colocó el mote – tatuado en la espada, de “Elegido”. LeBron James estaba llamado a seguir los pasos de Michael Jordan y darle una etiqueta a los Cleveland Cavaliers que nunca tuvo: Campeones.
Sus primeros años fueron brillantes. Sorprendía a todo el mundo con una capacidad para jugar y unas virtudes físicas que no se habían visto en ningún otro atleta, sin importar la disciplina. Eso le permitió conseguir el Novato del Año, establecer marcas, sumar patrocinadores, participar en Juegos de Estrellas e incluso ser considerado el mejor basquetbolista del mundo.
Todos sabían quién era LeBron James, aunque todavía le faltaba algo. Su apodo de “Rey” era suficiente para explicar que dominaba la NBA, sin embargo, sus detractores le añadían el “sin corona” para recordarle a todo el mundo que no había logrado ser campeón y que necesitaba lograrlo para entrar en el olimpo del baloncesto.
Esa presión le obligó a marcharse al Miami Heat (Con Wade, Bosh), y luego de cuatro finales consecutivas con dos anillos, tenía la corona que tanto se le hizo esquiva. Ahora sí estaba en lo más alto de la NBA, pero todavía tenía una misión por cumplir. Ésa que prometió en su llegada al mejor baloncesto del mundo y que no podía presumir: Regresar un título a Cleveland.
Por eso, paralizó al mundo cuando aseguraba “Regreso a casa” en 2014, colocándose la camiseta con “Cavs” en el pecho y el “23” en su espalda. Se juntaba con Kyrie Irving, Kevin Love, Tristan Thompson y un grupo sin experiencia en etapas decisivas, pero que contaban con el talento suficiente para ayudarlo a conseguir el primer campeonato para la franquicia.
Lo que no estaba en los planes de LeBron James, es que unos Golden State Warriors también estaban cansados de estar en el olvido, y apoyados en un fantástico Stephen Curry, les daría un duro golpe en las finales de 2015 al legado del “Rey” de la NBA.
2016: Misión cumplida, “Esto es para ti Cleveland”
La temporada 2016 tenía un aspecto especial para LeBron James. Nadie dudaba que era una leyenda de la NBA, pero la irrupción de Curry y el hecho de perder otra final con los Cavaliers, le colocaban una presión que no tenía desde su época en el Miami Heat.
Su paso por la temporada regular estuvo lleno de altibajos, y aunque en el Este no encontraron muchos rivales, no aparecía la química que necesita todo campeón. Despidieron a David Blatt y le entregaron las riendas a Tyronn Lue, un técnico novato, pero que contaba con la aprobación de un LeBron James que nunca congenió con el antiguo director.
Cerró el calendario con promedios de 25.3 puntos, 6.8 asistencias, 7.4 rebotes con 55% de acierto en tiros de campo, estadísticas que eran positivas que no se comparaban a las de otros años. Algunos afirmaban que la decadencia empezaba a afectarlo, otros que se estaba guardando para los playoffs.
Ya en postemporada, los Cavaliers no tuvieron mayores contratiempos para barrer a los Detroit Pistons y los Atlanta Hawks. Los resultados eran claros, sin embargo, todavía quedaba la duda si podían hacerle frente a unos Golden Warriors que habían impuesto la marca de más victorias en temporada regular.
Luego de salir de los Toronto Raptors, LeBron James se encontraba con Stephen Curry nuevamente, pero en esta oportunidad sí tenía a Kevin Love, Kyrie Irving en buen estado físico.
Sin embargo, eso no evitó que los Warriors desplegaran su poderío y colocaran la serie en mate (3-1). Las críticas cayeron nuevamente sobre un “Rey” que se quedaba sin argumentos para mantenerse en el poder de la NBA.
Después de todo, nunca un equipo había regresado después de estar 1-3 abajo y para que sucediera en esta oportunidad, LeBron James iba a tener que alcanzar un nivel histórico en el tabloncillo.
Afortunadamente para los aficionados de los Cavaliers, una de las principales características del “Rey” es su capacidad para hacer todo. Desde el quinto encuentro de la serie, cuando se necesitaba un bloqueo, pase, rebote, puntos o una defensa, James aparecía para no permitir que los Warriors le quitaran otra oportunidad de conseguir el campeonato.
El “23” de los Cavaliers desplegó todo su talento y dominó cada faceta del juego. Sus promedios de 29.7 puntos, 11.3 rebotes, 8.9 asistencias, 2.6 robos y 2.3 bloqueos por encuentro, números que le permitió ser el primer jugador en la historia de las finales en la NBA que lidera ambos equipos en todos los departamentos.
Acompañado de un fantástico Kyrie Irving, el empuje de Tristan Thompson, los disparos de J.R Smith y la fuerza de Kevin Love, los Cavaliers hacían lo imposible. Cleveland conseguía su primer campeonato deportivo en 52 años y finalmente LeBron James cumplía su promesa.
“Cleveland, esto es para ti”, gritaba James al público con su tercer MVP en finales en las manos y con lágrimas en sus ojos. “Regresé por una razón, y era llevar un campeonato a la ciudad”.
El 2016 tuvo muchos momentos importantes en el baloncesto. Despedidas, marcas y mucho más, pero en especial porque fue el año cuando LeBron James dejó de ser el “elegido”, para convertirse en una leyenda de Cleveland.