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EL OJO DEL HURACÁN

La locura que ha desatado el anuncio del concierto de Luis Miguel en nuestra capital, demuestra que la trayectoria lograda a punta de talento, no necesita de marketing, ni tretas publicitarias para permanecer enquistado en la preferencia de la fanaticada. Débiles son las raíces de aquellos “artistas”, figuras o personalidades que, valiéndose de la importancia de los medios y alcance global de las redes sociales, solo buscan la permanencia en el gusto de la gran masa. Y terminan cayendo por su propio peso, pues el acicate del cual se sostienen es una hebra de hilo de seda que no aguanta un gramo más de vanidad.

Desde que, en 1981, a los 11 años de edad, (Nació el 19 de abril de 1970 en Puerto Rico) el hijo del baladista español Luisito Rey y la italiana Marcela Basteri debutara como cantante, envolviendo a todo México con su poderosa voz, el presagio fue inmediato: Será un ídolo continental. La rapidez de su éxito terminó de corroborar que el mercado hispano-parlante estaba en presencia de un fenómeno artístico pocas veces dado. De hecho, fue galardonado, a los 14, con su primer Grammy, convirtiéndose en el artista latino masculino más joven en acreditarse el premio más importante de la industria musical.

Sin hacer el “crossover” (Salto al mercado anglosajón) se consolidó como el intérprete sudamericano con el más alto porcentaje de ventas en los 90. La friolera de discos ubicados hasta ese momento en el mercado no admitía discusión: 90 millones de unidades vendidas, que lo consagraron como el cantante latino más importante de su generación. Cristian Castro y Alejandro Fernández, veían su arrase de reojo. Y el sol brillaba cada día más en conciertos multitudinarios, sintonizados programas de TV y elevados centimetrajes de prensa

Al margen de una caótica vida personal, rodeada de conflictos familiares, la misteriosa desaparición de su madre, el fracaso de una relación conyugal con la actriz Aracely Arámbula, sus publicitados romances con “mujerones” de fama mundial (Mariah Carey, Brigitte Nielsen, Salma Hayeck, Sofia Vergara, y un largo etcétera de “flirts” que incluye a la venezolana Alicia Machado), “El Sol de México” sigue en “La cresta de la ola”. Y amén de la larga cadena de canciones pegadas a lo largo de su trayectoria, no necesita de un tema sonando en la radio para que sus seguidores no le pierdan la pista. Y continúe metido en “el ojo del huracán”.

Bastaron cinco años fuera de tarima (Su última presentación tuvo lugar en el Auditorio Nacional de México, en noviembre de 2018) para que decidiera retomar el contacto con su público. Buenos Aires fue el punto de partida del “Luis Miguel Tour 23”. El “sold out” era predecible y el alboroto mediático, aún más, tanto que hasta un doble le inventaron para difundir una retorcida versión, emergida de la mente cochambrosa de algún fablistán trasnochado.

Proseguirá su periplo durante lo que resta de año. Y el continente no dejará de aplaudirlo, dejando a su paso esa estela de admiración que solo despiertan los artistas icónicos. El 12 de febrero del 2024 estará, aquí en Caracas. Su última actuación en la escena local, (9 de noviembre de 2013) tuvo a la Universidad Simón Bolívar como escenario. En esta oportunidad, será el estadio Monumental Simón Bolívar, (La Rinconada) donde Luis Miguel soltará, una vez más, ese vozarrón que acaricia los sentidos y sacude alma y espíritu. Yo iré a verlo…”no sé tú”.

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