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Un Toque de Canela

Contrario a lo que muchos piensan, el baloncesto no fue un deporte cercano a mí: nos hizo coincidir eso que algunos llaman destino o es al menos lo que el tiempo me ha mostrado. 

Nos tropezamos en una fiesta un 30 de diciembre (sí, en medio de algún compás musical). Llegó con una propuesta en mano: ser Jefe de Prensa de un equipo profesional y seguida de un “¿te atreves?”. Eso fue suficiente motivación, era un reto al que no solo dije que sí esa vez (incluso sin mucha idea de lo que implicaba) sino que así siguió siendo. Llegó y le dije que sí, siempre con el factor sorpresa, así como es la selección que nos representa, la de los héroes, la del grupo que uno a veces no sabe cómo, (porque sí sabes que no la tuvieron fácil muchas veces y han pasado unas cuantas aventuras), pero nos han sorprendido con grandes resultados.

Absolutamente todas las cosas que he hecho profesionalmente ligadas al baloncesto han llegado a mí así y para muestra esta, mi primera columna justo antes del Mundial. Por ende, debía contarles lo que ha sido mi relación con este deporte casi desconocido a excepción de Jordan, Rodman, Pippen… Después de ver The Last Dance me pregunté “¿En qué andaba yo que me perdí todo eso?”... Bueno, mi vista no salía del diamante y no precisamente de los de la gama del Titanic.

Apenas lo conocí no he dejado de disfrutarlo. Han sido sorpresas siempre con sonrisas. He tenido la fortuna de vivir muchos momentos importantes cerquita del tabloncillo y a eso se le suma mucho de esta selección que va a jugárselas todas en su segundo mundial consecutivo. Eso es bueno, ¿no?

Y la pregunta viene de que hay quienes no disfrutan los sueños, esos que se viven bien despiertos… Como cuando entrevistas a un aparente inexpresivo referente del equipo y le descubres lágrimas a punto de salir porque lo que te cuenta lo conmovió, u otro te tiene la confianza para responderte lo consciente que está de que lo cuestionen por una mala temporada y olviden rápidamente que previo a eso fue uno de los mejores. 

Quizás no tenemos las estadísticas, la altura o las posibilidades ciertas de ir hasta el final porque nuestro nivel competitivo no es europeo ni de NBA, pero volvimos y lo hacemos con un grupo del que muchos dicen “con estos tipos nunca se sabe” y eso me hace ir a aquella cancha en México, esos “tres minutos nos separan de los Juegos Olímpicos”, a aquella cesta para liquidar el partido con total sangre fría… no sé ustedes, pero yo lloraba en automático al tiempo que me decía “estos tipos son otro lío”. Tenía risa nerviosa y ganas de salir corriendo (como lo hacían ellos) a contarle a todos (una gente que dormía plácidamente), lo que se estaban perdiendo.

Valoremos lo que tenemos. Esta selección no llegó ahí porque estaban puestos en el balcón. ¿Nos falta? Por supuesto. ¿Muchas variables? Sin duda. De entrada, nuestro fenotipo no es de dos metros, ¿o cuántos posibles centro natural tienes en tu familia? Es trabajo y tiempo. 
Debemos mirar nuestra estructura y no solo son paredes y techos, es el rural y la instancia profesional. Es armar el relevo, pero darle el chance de formarse, es traernos a Europa, pero también irla a buscar… 

Yo voy a los míos, emocionada y con ilusión. No puedo no sentirme orgullosa de este grupo con el que he crecido, con ellos en cancha y yo en el bordecito (hasta donde te dejan pasar con tacones). Creo en ellos y ojalá que tú también, porque sé que eso los llena. Ojalá tengamos una gran actuación, pero sobre todo que la disfrutes y apoyes aunque tengas mucho sueño en esa madrugada de juegos que tocó. 

Éxitos a todos, que dentro y fuera de la cancha, estarán dándolo todo. Es el momento de mostrar su trabajo, son unos guerreros que han librado muchas batallas con la bandera de armadura. Gracias al destino por volver a escribir cuando regresan a UN MUNDIAL.

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