Samuel Aldrey / @SamuelAldrey
Un fiel reflejo de la vida misma es el fútbol. Un partido, un gol, un instante, puede cambiar el destino de una temporado y dejar un pasado repleto de certezas en un futuro incierto. Eso le ocurre al Real Madrid y a Carlo Ancelotti.
El Barcelona fue un vendaval en el Bernabéu. En cuatro instantes la portería blanca se vino abajo, a pesar de los esfuerzos de Thibaut Courtois. Dembélé y Aubameyang dejaron en evidencia las carencias del Madrid que tiene LaLiga casi ganada.
Ancelotti sufrió una condena ante su máximo rival en un partido donde jugadores como Alaba y Militao, una pareja de centrales que se había consolidado, firmó un partido nefasto.
No obstante, la posición defensiva que salió más avergonzada fueron los laterales, Carvajal y Nacho (sin olvidar que su posición natural es central) fueron superados una y otra vez por unos relajados Ferran Torres y Dembélé, dos extremos que hicieron a los laterales de Ancelotti verle el dorsal continuamente a los velocistas azulgranas.
Incluso el desempeño de Dani en la salida de balón fue deficiente. En una faceta que es clave para la construcción. Porque para Ancelotti es el titular indiscutible en el carril diestro por antonomasia, pero su rendimiento dista del nivel de los últimos años y el Madrid se ve frágil en defensa.
Ancelotti debe reacomodar su defensa para los venideros duelos de liga y para el difícil duelo contra el Chelsea. El equipo de Thomas Tuchel precisamente ataca con mucho ahínco por las bandas con Pulisic, Havertz, Azpilicueta y Marcos Alonso. Todos jugadores peligrosos para una defensa que tiene muchas grietas.
El caso de Daniel Carvajal es el más destacable. Para Ancelotti es el titular en el carril diestro por antonomasia, pero su rendimiento en las dos últimas temporadas dista del genial nivel mostrado durante años de blanco.