Nick Kyrgios ha vuelto a hacer de las suyas en Wimbledon. Kyrgios, de 27 años, ¿es una causa perdida o no? Él contra el mundo. Contra la norma. Contra casi todo y casi todos.
Y así lo volvió a demostrar tras un polémico partido contra Paul Jubb. El australiano no solo admitió que escupió a un aficionado que le insultó durante su partido ante el británico Paul Jobbs.
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Kyrgios, que discutió durante el partido con el juez de silla y con una jueza de línea, reconoció que tuvo problemas también con el público, que le estuvo insultando, y que su respuesta fue escupirles.
"Ha sido una falta de respeto. Alguien me insultó, me dijo que era una mierda, desde el público. ¿Es eso normal? No. No entiendo porque ocurre todo el tiempo", dijo Kyrgios en rueda de prensa, que no le echó las culpas al torneo.
Todo esto mientras aparecía comiéndose una bandeja de sushi en la rueda de prensa. El australiano respondía las preguntas de los reporteros mientras saciaba su apetito y admitía el escupitajo hacia uno de los espectadores: "A una de las personas que me faltó al respeto. Sí, sí. No le hubiera hecho eso a alguien que me hubiera apoyado", finalizó el jugador.
Una acción que quebrante el código de conducta del All England Club, pero Kyrgios es un elemento incontrolable en un escenario refinado como Wimbledon, es capaz de lo mejor y lo peor, del punto más inverosímil o de la ordinariez más absoluta. Con él, no hay término medio. Y así lo vuelve a demostrar.