Desde 2019, solo tres peloteros en todas las Grandes Ligas han logrado superar las 900 imparables y los 250 cuadrangulares: Aaron Judge, Shohei Ohtani y Pete Alonso. Este dato, tan contundente como revelador, coloca al inicialista de los Mets en una conversación de élite que suele estar dominada por nombres más mediáticos. Sin embargo, los números no mienten: Alonso es uno de los bateadores más productivos y consistentes de la era reciente.
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Más allá de los titulares
Mientras Judge y Ohtani acaparan portadas por sus hazañas históricas (el primero por su récord de jonrones en la Liga Americana y el segundo por ser el mejor jugador de beisbol en toda la actualidad) Pete Alonso ha construido silenciosamente una carrera marcada por la regularidad ofensiva. Desde su debut en 2019, lidera las Grandes Ligas en jonrones totales y se mantiene entre los primeros en carreras impulsadas, extrabases y slugging.
Su estilo no es el más vistoso, ni su personalidad la más mediática, pero su impacto en el lineup es innegable. Alonso no solo conecta cuadrangulares: también produce en momentos clave, mantiene un OPS competitivo año tras año y ha evitado caídas prolongadas en su rendimiento, algo que incluso estrellas como Judge han enfrentado por lesiones.
El mejor primera base disponible en el mercado
Con su contrato llegando a su fin, Pete Alonso se perfila como el inicialista más codiciado en la agencia libre. A sus 30 años, combina juventud relativa con experiencia probada en el máximo nivel. Su perfil es ideal para cualquier equipo que busque reforzar el corazón de su orden ofensivo con un bateador de poder legítimo, durabilidad comprobada y liderazgo silencioso.
En un mercado donde escasean los sluggers con producción sostenida, Alonso representa una oportunidad única. Equipos como los Cachorros, Gigantes o incluso los Medias Rojas podrían beneficiarse enormemente de su presencia, tanto en el terreno como en el clubhouse.
¿Por qué Alonso no recibe el mismo reconocimiento?
Parte del fenómeno Pete Alonso radica en la percepción. A diferencia de Ohtani, que rompe moldes, o Judge, que juega en el escaparate más grande del beisbol, Alonso ha desarrollado su carrera en unos Mets inconsistentes y mediáticamente caóticos. Además, su enfoque directo, sin sutilezas, no genera el mismo ruido que otros perfiles más carismáticos.
Sin embargo, los analistas más rigurosos y los departamentos de operaciones de los equipos saben lo que vale: un bateador de 40+ jonrones por temporada, con buena disciplina en el plato, defensa sólida en la inicial y una ética de trabajo intachable.