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Beisbol Grandes Ligas

Algunos récords de grandes ligas no están hechos para romperse

Por Meridiano

Domingo, 17 de enero de 2021 a las 10:16 am

Gonzalo Urgelles R. | [email protected]

 

Hay ciertas marcas establecidas en el beisbol de las Grandes Ligas, que parece que están hechas para que nadie más sea capaz de batirlas.

Uno de los mejores ejemplos de esto es la marca de hits conectados en una temporada, establecida por Ichiro Suzuki en 2004, cuando dejó atrás el récord de los 157 imparables que conectó George Sisler en 1920. En esa temporada, luego de empatar esa cifra, el japonés disparó otros cinco para pasar a liderar la lista con 262.

Desde 1920 hasta la actualidad, además de Sisler y Suzuki, solo cinco bateadores han superado los 250 hits en una temporada. En el año 2001 –su temporada de novato en Las Mayores­– Ichiro ya había amenazado la histórica cifra, quedándose en 242.

La cifra tope de carreras impulsadas pertenece a Hack Wilson, jugador de los Cachorros de Chicago que remolcó 191 carreras en 1930. El toletero que más se ha acercado a esos números, fue Manny Ramírez en el año 1999 cuando todavía jugaba para los Indios de Cleveland; sin embargo, el quisqueyano se quedó en 165.

Uno de los récords más impresionantes –y probablemente más difícil de ser quebrado– son los 56 juegos consecutivos conectando de hit, establecida por Joe DiMaggio en 1941. Solo Pete Rose se acercó a dicho hito, cuando en 1978 logró hilvanar una racha de 44 juegos con al menos un imparable. De la era moderna, Jimmy Rollins sumó 38 juegos entre 2005 y 2006.

Como dato curioso, Dom DiMaggio, hermano de Joe, tuvo una racha de 34 juegos dando hit en 1949, con el uniforme de los Medias Rojas de Boston.

¿Quién en el beisbol moderno podría anotar más de 192 carreras en una temporada? La respuesta es sencilla ¡Nadie!  Billy Hamilton (Filis de Filadelfia) estableció esa marca en el año 1894, es una cifra de casi 127 años y que probablemente el jugador que estuvo más cerca de ella fue Babe Ruth, con sus 177 anotadas en 1921.

En 1987, Rickey Henderson se robó 130 almohadillas. Después de él, el jugador que más cerca estuvo de esta cifra fue Vince Coleman, con 110, 109 y 107 entre los años 1985 y 1987. Si bien es cierto que algunos dan como líder de esta lista a Hugh Nicol, por las 138 contabilizadas en 1898, lo cierto es que en aquel entonces las bases robadas eran registradas de otra manera; una base robada se acreditaba a un corredor que alcanzaba una base extra con un hit de algún compañero.

En la historia de las Grandes Ligas, solo cinco toleteros han sido capaces de disparar 60 o más cuadrangulares. El primero fue Babe Ruth en 1927, cuando quebró su propia marca con 60 “bambinazos”. En 1961, un joven yanqui –tal como ‘El Bambino’– llamado Roger Maris, tuvo la osadía de sacar 61 pelotas y convertirse en el nuevo rey del jonrón.

Tuvieron que transcurrir 37 años para que Mark McGwire y Sammy Sosa montaran su espectáculo en 1998 y 1999. El ‘Big Mac’ se llevó ambos lideratos con corona incluida, al batear 70 y 65 vuelacercas, respectivamente; Sosa despachó 66 y 63, sin embargo, el dominicano tendría una temporada más, con los 64 de 2001. Pero esa temporada surgió un nuevo rey, que además es el vigente monarca. Un tal Barry Bonds mandó a volar 73 pelotas; muchas de ellas terminaron en la bahía de San Francisco.

Claro está que esos años (entre 1998 y 2001) son justamente unos de los más polémicos, por el tema del dopaje, el consumo de esteroides y otras sustancias para mejorar el desempeño de los atletas, y estás tres figuras están involucradas en dicho tema. Hoy por hoy, parece poco probable que algún mortal se acerque a semejantes estadísticas; pero “de que vuelan, vuelan”, y en Grandes Ligas, las pelotas vuelan.

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